La supervivencia del ser humano ha propiciado en forma natural costumbres que al paso del tiempo y de acuerdo a los momentos históricos han ido adecuandose conforme a creencias, y a necesidades del hombre. La atención materno infantil, de una u otra forma, ha tenido la finalidad de asegurar la permanencia de la especie en el planeta, y como consecuencia, la existencia de individuos responsables de esa misión.
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jueves, 21 de abril de 2011
>ENFERMEDADES MAS COMUNES EN LOS NIÑOS
>Enfermedades más comunes en los niñosEnviado por sandy_santamaria
(Material recopilado por LCDA LEYLA SEVILLA DOCENTE EN ENFERMERIA
Introducción>
Por medio de la elaboración de este trabajo, podré llegar a conocer acerca de aquellas enfermedades que pueden diagnosticar los niños en cierta etapa de su crecimiento, evaluando de esta manera cuales son los mejores pasos a seguir y que medidas se deben de tomar en cuenta para ejercer una acción apropiada para cada una de estas enfermedades.
Conoceremos enfermedades que varías desde una simple gripe, hasta enfermedades congénitas. Para la explicación de que es la enfermedad, porque se produce, cuales son los principales síntomas a los que debemos tomar en cuenta, como se puede hacer un diagnóstico seguro, como puede prevenirse, como se debe tratar y en que casos es recomendable acudir al pediatra; expondré las diversas enfermedades investigadas por orden alfabético, para que así el uso y empleo de esta guía se facilite para todas aquellas personas que el día de mañana puedan necesitar información al respecto.
La diversidad de enfermedades que se tratarán a continuación, son aquellas más comunes en los niños, aquellas que nos pueden tomar por sorpresa sin saber ni siquiera que existen, y otras que son comunes y fáciles de detectar. ES importante manejar todo este tipo de información.
Como futuras docentes me parece que de es gran importancia manejar este tipo de información que vamos a ver a continuación, ya que nosotras el día de mañana seremos representantes en cierto modo, y tendremos un contacto directo con los niños, así que debemos de estar preparadas para enfrentar diversas situaciones como las enfermedades que algún día puedan presentar nuestros alumnos.
Enfermedades mas comunes según su inicial
A:
Absceso:
Es una cavidad cerrada que contiene pus. Su causa primordial es por la lucha de las células defensivas y las bacterias que causan la infección. Una infección se convierte en un absceso cuando ésta queda delimitada por una cápsula, cuyo contenido se denomina pus, que se compone por células defensivas y bacterias muertas. El absceso más frecuente se presenta en la piel. AL comienzo de la infección la zona circundante al absceso se encuentra roja y caliente. Luego, se reblandece y al final, si no se trata el pus puede acabar saliendo al exterior o interior mediante una fístula. Se debe tratar mediante antibióticos, y en los casos más serios se debe de drenar quirúrgicamente.
Una variante de esta enfermedad es el absceso retrofaríngeo, que es la acumulación de pus en los tejidos posteriores de la garganta. El absceso retrofaríngeo es una enfermedad que se presenta en los niños, usualmente menores de cinco años. Los tejidos en la parte posterior de la garganta facilitan la formación de un espacio lleno de pus (lo cual no ocurre en adultos) justo detrás de la parte posterior de la garganta. Esta área puede infectarse durante o inmediatamente después de una irritación de la garganta de origen bacteriano. El niño afectado, que puede tener síntomas de la irritación inicial de la garganta, desarrolla fiebre alta con dolor de garganta muy fuerte, lo cual causa dificultad para deglutir. El absceso en expansión puede causar interferencia con la respiración. Las complicaciones causadas por esta condición pueden ser potencialmente mortales. El absceso retrofaríngeo requiere atención inmediata con el fin de prevenir complicaciones severas.
También se puede mencionar el absceso anal o absceso rectal. Es la colección de pus en la región del ano o recto. Pueden presentarse en un área de fácil acceso para drenaje, o más arriba en el recto. Los abscesos anales superficiales son comunes en lactantes y niños que aún usan pañales y tienen una historia de fisuras anales. El absceso aparece a menudo como una protuberancia inflamada, roja y blanda al borde del ano. El niño puede lucir intranquilo por la incomodidad, pero por lo general no hay otros síntomas sistémicos asociados. La administración de antibióticos y drenaje quirúrgico producen alivio rápido.
Otro tipo de absceso es el absceso en los dientes; absceso periapical o infección dental. Es la colección de material infectado (pus) resultante de una infección bacterial del centro (pulpa) del diente. El absceso dental es una complicación de la caries dental. Puede resultar también de un trauma al diente (como cuando un diente se rompe o es golpeado). Las aberturas en el esmalte dental permiten que las bacterias infecten el centro del diente (la pulpa). La infección puede propagarse desde la raíz del diente hasta los huesos que sostienen al diente. La infección resulta en una colección de pus (tejido muerto, bacterias vivas y muertas, glóbulos blancos) e inflamación de los tejidos internos del diente. Esto causa fuertes dolores dentales. Si muere la raíz del diente, el dolor se puede detener, pero la infección permanecerá activa y continuará expandiéndose y destruyendo el tejido.
AEROFAGIA:
Es una ingesta de aire durante la comida que provoca eructos, gases y dolor abdominal. Es propia de bebés que comen con ansias o de los cólicos del lactante a consecuencia del llanto. Para ayudar a los niños a eliminar el aire ingerido es útil darles golpecitos suaves en la espalda y, en caso de llanto por dolor abdominal, masajes en la barriga manteniéndolos en la posición de sentados. Existe medicación que reduce la producción de gases por bacterias a nivel intestinal, pero la eficacia de los mismos en los niños es dudosa. El tratamiento más eficaz es prevenir la ingesta de aire mediante una buena técnica de alimentación, por ejemplo no más de 10 minutos en cada pecho, colocar al bebe durante la toma en vertical ligeramente inclinado hacia atrás y hacia la izquierda, dar una expulsión correcta de los eructos, etc.
AMIGADALITIS AGUDA:
Es una inflamación de las amígdalas (órganos de tejido linfoide como los ganglios), de la garganta a ambos lados y detrás del paladar. El tejido linfático constituye la defensa porque es el lugar donde se producen los glóbulos blancos y los anticuerpos. Los gérmenes entran en nuestro organismo por la vía respiratoria y digestiva, las amígdalas están en primera línea de defensa frente al ataque de los agentes infecciosos. La mayoría de las veces la causa es una infección, siendo los virus los gérmenes que con mayor frecuencia la originan, sobre todo en los primeros años de vida. Entre los factores bacterianos, el más frecuente, sobre todo a partir de los tres años es el estreptococo betahemolítico grupo A. El contagio se produce a través del de las gotas de saliva que se producen al toser, por contacto directo con el niño enfermo o por medio de los juguetes.
Los principales síntomas son fiebre alta, dolor de cabeza, dolor abdominal y falta de apetito. El dolor de garganta y el dolor al tragar pueden estar presentes pero no es un síntoma constante. Es frecuente encontrar los ganglios del cuello aumentados de tamaño como respuesta a la inflamación. Las amígdalas se encuentran enrojecidas y con un punteado blanquecino sobre las mismas o con "placas", lo que puede ocasionar un aliento desagradable. Si la causa de la enfermedad es vírica, los síntomas suelen ser menos intensos. El diagnóstico lo debe realizar un pediatra valorando los síntomas clínicos y la exploración de la garganta. El cultivo de exudado de faringe y un test de detección rápida del estreptococo en la garganta permite al pediatra identificar la presencia del único germen importante, el estreptococo. El tratamiento debe dirigirse a la administración de antitérmicos si el niño tiene fiebre y analgésicos si el dolor es importante. Es recomendable ofrecer muchos líquidos y una dieta blanda. En ningún caso los padres deben administrar antibióticos por iniciativa propia. El pediatra indicará la administración de antibióticos durante 10 días para garantizar la completa eliminación del estreptococo beta hemolítico A. Es normal que: El niño tenga menos apetito y refiera molestias al tragar, Tenga fiebre durante uno o dos días. Se debe acudir a urgencias o contactar al pediatra si: La fiebre no cede con antitérmicos, la fiebre persiste más de 3 días, no desaparece la fiebre a las 24-36 horas de iniciado el antibiótico, tiene dificultad para respirar o "babea".
ANEMIA:
Es la disminución del volumen de los glóbulos rojos (hematíes) debajo de los límites considerados normales. La formación de glóbulos rojos es un proceso complejo que requiere de la presencia de determinados nutrientes (hierro, cobre, aminoácido) y de algunas hormonas (eritropoyetina). La proteína contenida en los glóbulos rojos de la sangre y encargada de transportar el hierro se encuentra en su mayor parte en los glóbulos rojos de la sangre y transporta el oxígeno, permitiendo que las células puedan respirar. La aparición de la anemia se ve favorecida en los niños por la presencia de infecciones, problemas en su alimentación, enfermedades heredadas y hasta por el mismo crecimiento. En el caso de los recién nacidos poseen una reserva de hierro que han obtenido de la madre en las últimas semanas de gestación y que son suficiente para cubrir sus necesidades los primeros 5 meses de vida. Posteriormente necesita hierro que procede de la dieta. Particularmente los niños entre 6 meses y los 2 años de edad, la falta de hierro se puede deber a mala alimentación, pérdidas intestinales de hierro secundarias, mínimas hemorragias, etc. La característica más reseñable es la palidez de la piel, de los labios y de las conjuntivas. Suele ir asociada con cansancio, decaimiento y falta de apetito. Se puede diagnosticar con un análisis de sangre (hemograma) que permitirá el diagnóstico de anemia. La observación con el microscopio de una muestra de sangre permite detectar anomalías en las estructuras de los glóbulos rojos que pueden orientar el diagnóstico del tipo de anemia. Para diagnosticar la causa de la anemia se debe realizar un estudio especial.
Una de las variantes de la anemia es la anemia ferropénica, es la forma más común de anemia. Aproximadamente 20% de las mujeres, 50% de las embarazadas y 3% de los hombres son deficientes en hierro. El hierro es un componente esencial de la hemoglobina, pigmento que transporta el oxígeno en la sangre. El hierro normalmente se obtiene a través de los alimentos de la dieta y por el reciclaje de glóbulos rojos envejecidos. Las causas de deficiencia de hierro son: muy poco hierro en la dieta, poca absorción corporal de hierro y pérdida de sangre (incluyendo el sangrado menstrual abundante). También es causada por intoxicación por plomo en niños. La anemia se desarrolla lentamente, después de agotadas las reservas normales de hierro en el cuerpo y en la médula ósea. En general las mujeres, al tener depósitos más pequeños de hierro que los hombres y pérdidas aumentadas por la menstruación, presentan un riesgo mayor para la anemia. Los grupos de alto riesgo son: mujeres en edad fértil con pérdidas de sangre por la menstruación, mujeres embarazadas y lactantes con requerimientos aumentados de hierro, lactantes, niños y adolescentes en fase de crecimiento rápido y personas con una ingesta deficiente en hierro ocasionado por una dieta carente o deficiente en carne o huevos durante varios años.
Lógicamente el tratamiento dependerá de la causa de la anemia. El pediatra debe indicar el tratamiento en cada caso concreto. El niño que nace prematuro, para prevenir la anemia ferropénica, el pediatra deberá de administrar un preparado de hierro, ya que la transferencia de hierro de feto se realiza fundamentalmente durante el tercer trimestre del embarazo. La dieta que debe tener el paciente es de gran importancia. EL hierro es el protagonista en la producción de la hemoglobina porque permite al glóbulo rojo fijar los gases que acarrea. La vitamina B12 y el ácido fólico son necesarios para que todas las células maduren sin ser los glóbulos rojos una excepción. Una alimentación balanceada con verduras verdes, frijoles, lentejas, hígado y todo tipo de carnes, y cereales fortificados. Es importante señalar que la leche no previene la anemia por deficiencia de hierro.
ANGINA:
Es la infección de la faringe y las amígdalas, acompañadas (casi siempre) de fiebres altas y placas o puntitos blanquecinos. Lo que produce una angina es el germen estreptococo betahemolítico. En este caso la mucosa faríngea se vuelve color rojo vinoso y se observan placas purulentas. Debido a que este tipo de angina puede producir complicaciones reumáticas y renales, deben ser tratadas durante diez días con penicilina o algún derivado de este antibiótico. De todas formas, es recomendable consultar al pediatra, aunque las madres no deben alarmarse por una simple garganta congestionada.
ANOREXIA:
Es un trastorno de la alimentación que se caracteriza porque el niño, aunque tenga apetito, se niegue a comer. Inapetencia. Las causas son mayormente psicológicas (sobre todo cuando hay relaciones conflictivas con la madre), pero también pueden ser orgánicas, debido a una enfermedad subyacente que provoca la inapetencia. También puede presentarse por causas funcionales que son alteraciones en el desarrollo del hábito alimentario. En cualquiera de los casos se debe trata por medio de la reeducación de los hábitos alimentarios del niño, y si persiste consultar a un médico especialista.
APENDICITIS:
Es la inflamación del apéndice, un divertículo que se encuentra libre en la cavidad abdominal. Esta inflamación se produce cuando se obstruye el apéndice vermicular y el contenido fecal retenida daña e infecta las paredes del apéndice. Si se llegara a perforar, el contenido intestinal saldría por la cavidad intestinal, causando una peritonitis o la formación de un absceso. Aunque puede aparecer a cualquier edad, la mayoría de los casos son en niños mayores y adolescentes. Se caracteriza por un dolor abdominal que inicialmente está poco localizado y que el niño señala al lado del ombligo. Progresivamente se hace más intenso y el niño lo localiza en la parte inferior, especialmente del lado derecho. Se presentan náuseas y los vómitos posteriores al inicio del dolor. La fiebre no es un síntoma constante. Mientras los niños son más pequeños es más difícil de diagnosticar. Para tratarla se debe proceder quirúrgicamente, es una intervención sencilla que conlleva pocos riesgos y se debe realizar por emergencia para evitar complicaciones.
APERT:
Se trata de una anomalía craneofacial, denominada Acrocefalosindactilia Tipo I, que produce malformaciones en cráneo, cara, manos y pies, además de diversas alteraciones funcionales como: aumento de presión intracraneal, problemas cardiorrespiratorios, deficiencia mental, ceguera, pérdida de la audición, otitis, entre otras. Las causas están entre una mutación durante el período de gestación, en los factores de crecimiento de los fibroblastos (FGFR2) que se produce durante el proceso de formación de los gametos. Se desconocen las causas que producen esta mutación. Para arreglar estas alteraciones, se requieren varias intervenciones quirúrgicas para descomprimir el espacio intracraneal, mejorar la función respiratoria, permitir el desarrollo normal e impedir que las distintas áreas cerebrales queden afectadas. Cuanto antes se haga la cirugía es mejor, ya que si la hipertensión intracraneal no se trata, puede producir atrofia óptica, ceguera y apnea, además de poner en riegos la vida del niño.
ASMA:
ES la enfermedad crónica más frecuente en la infancia y consiste en un trastorno crónico de las vías respiratorias, lo que da a lugar, en individuos predispuestos, recurrentes de tos, dificultad respiratoria y sibilancia (pitidos). Las causas del asma son complejas y depende de múltiples factores que pueden ser predisponentes o desencadenantes. Los primeros (la predisposición a ser asmáticos) son hereditarios y es frecuente encontrar que los pacientes asmáticos tienen antecedentes familiares (padres, hermanos, abuelos...) con asma y/o enfermedades alérgicas. Además también se conoce donde se localiza el gen del asma, aunque en la actualidad no tiene una aplicación terapéutica. Los factores desencadenantes son de distintos tipos: infecciones respiratorias, polen, ácaros del polvo domestico, hongos (mohos) y levaduras, partículas de la piel de gatos y perros, humo, aire frío u otros agentes climáticos, ciertas comidas o aditivos alimenticios y determinados medicamentos. Otras veces aparece a causa del contacto con agentes irritantes (humo del tabaco) o como consecuencia o complicación de otra enfermedad. También es relativamente frecuente que aparezca después de haber realizado un ejercicio, tras emociones o cambios climáticos, etc. Independientemente del estímulo desencadenante, en todos los episodios de asma los bronquios se cierran (bronco espasmo), la pared bronquial se inflama y su luz se llena de secreciones (hipersecreción bronquial). El asma se caracteriza por episodios recurrentes de tos seca, persistente, habitualmente nocturna, sensación de opresión en el pecho, ahogo y dificultad para respirar. El pitido o sibilancia es la manifestación clínica típica de la dificultad a la salida del aire. Si se trata de un ataque severo, el niño no podrá hablar y puede aparecer cianosis (color azulado de la piel). El diagnóstico se basa fundamentalmente en una historia clínica cuidadosa Las pruebas complementarias (análisis de sangre y radiografía de tórax) servirán al pediatra para apoyar la sospecha diagnóstica y/o descartar otras patologías respiratorias que cursan con clínica semejante. Las pruebas funcionales respiratorias son necesarias para objetivar y cuantificar la severidad del asma y para el manejo terapéutico. Para la prevención es importante realizar un buen control ambiental evitando factores desencadenantes: humo del tabaco, pelo de animales, polvo domestico, evitar la exposición a infecciones víricas (retrasar su ingreso en la guardería). Por supuesto deberemos evitar fumar durante el embarazo y una vez que ha nacido el niño ya que ha sido demostrado que el humo del tabaco es un gran factor desencadenante. Un factor protector es la lactancia materna prolongada, particularmente en los niños con antecedentes familiares de enfermedades alérgicas. El objetivo del tratamiento del niño asmático es conseguir que pueda realizar una vida normal con todo lo que ello significa. Ello incluye:1) medidas ambientales evitando factores desencadenantes; 2) Tratamiento farmacológico; 3) educación al niño asmático y su familia. Entre las medidas ambientales es importante que la habitación del niño tenga un mobiliario sencillo y fácil de limpiar, retirar alfombras, moquetas, cortinas, peluches y cualquier objeto que almacene polvo. Usar aspiradora y no limpiar delante del niño. No es bueno que el niño asmático conviva con animales domésticos con pelo o plumas. Está prohibido fumar en casa o en el coche El tratamiento farmacológico depende de la severidad y frecuencia de las crisis y se basa fundamentalmente en broncodilatadores y anti inflamatorios. El pediatra nos indicará el tipo de fármaco y las dosis adecuadas para cada situación concreta. Una parte importante del tratamiento consiste en la educación al niño asmático y su familia, que debe iniciarse desde el principio. Deben de entender el concepto de asma, reconocer los primeros síntoma, cómo se trata, cómo y cuándo utilizar los medicamentos, conocer el manejo de los distintos aparatos para la administración de los medicamentos inhalados, conocer cuáles son las actividades que no debe realizar el niño y cómo efectuar un adecuado control ambiental. Se debe de acudir a emergencia o consultar al pediatra si: Persiste la dificultad respiratoria tras la dosis de broncodilatador inhalado. El niño tiene mal color (azulado). El niño tiene una tos persistente. Es un bebé menor de 3 meses.
ALERGIAS:
Es una forma de reacción alterada que tienen algunas personas cuando se exponen a algunas substancias del medio ambiente o cuando ingieren ciertos alimentos o medicamentos. Esta reacción puede manifestarse en la piel, a nivel de los bronquios, a nivel de los ojos, en la nariz, etc. Y los alergenos son las substancias que inducen la alergia. Los alérgenos pueden inhalarse (polen), ingerirse (leche de vaca, chocolate, algunos antibióticos, etc.) o ponerse en contacto con la piel. También causan las alergias el polco, hongos, ácaros, insectos y caspa animal. No existe una cura para la alergia. Los síntomas pueden ser controlados, pero con la ayuda de un médico especialistas, quién tomará un historial de la enfermedad y le hará un examen físico para establecer el tipo de alergia y las substancias que as causan. El tratamiento consiste en la aplicación de métodos para protegerse contra alas substancias que provocan la alergia, la aplicación de vacunas, o prescripción de medicamentos para controlar los síntomas.
B:
BALANITIS:
Es una inflamación del prepucio y del glande (la punta del pene). Se quedan enrojecidos, hinchados y sensibles al tacto. Además se puede observar pus procedente del interior de la abertura, lo que provocará dolores al niño al orinar. En algunos casos puede que el niño sienta escalofríos y fiebre, y escozor al orinar. Se causa por una infección bacteriana bajo el prepucio que afecta al glande. El tratamiento se basa en el control médico con pomadas antibióticas y en caso de que el niño presente prepucio muy tirante una circuncisión que puede practicarse cuando el niño cumpla los 6 años de edad. En casa, lo que se puede hacer es mantener el pene del niño o el bebe siempre limpio, con cambios más frecuentes de pañales, y aplicar una crema antiséptica ante cualquier inflamación, además de crema protectora. Se debe de enjuagar bien toda la ropa para eliminar los restos de detergentes.
BLEFARITIS:
Es una inflamación de los bordes de los párpados. Aparecen enrojecidos, escamosos e inflamados. Se pueden encontrar costras de pus seco en las pestañas del niño, principalmente en la primera hora del día. No existe gravedad en esta enfermedad y se debe consultar al médico si los ojos del niño aparecen pegajosos o si el estado no desaparece en una semana. El mejor tratamiento es por la mañana y por la noche humedecer un trozo de algodón en una solución hecha con agua hervida y tibis, y media cucharada de sal. Se debe limpiar cada ojo (cerrado) desde la parte interior hacia la exterior. Se repite esta operación siempre cambiando el algodón. En caso de alguna infección, el médico recetará un colirio o una pomada antinflamatoria.
BRONQUIOLITIS:
Es una infección respiratoria aguda que afecta fundamentalmente a niños menores de dos años. Durante los 6 primeros meses de la vida, la enfermedad cursa con una mayor gravedad. Su máxima incidencia tiene lugar durante el invierno y al inicio de la primavera. La presentación es esporádica, aunque frecuentemente aparecen brotes epidémicos. Se localiza en la mucosa respiratoria, siendo el virus sincitial respiratorio (VRS) el agente causal más frecuente. Al irritarse los bronquiolos comienzan a segregar un moco denso y difícil de expulsar, con lo que se estrecha aún más el interior de su diámetro, lo que dificulta la respiración. Se trasmite de persona a persona y se contagia a través de las manos, de determinados objetos contaminados o por las gotitas que se desprenden en la respiración. Habitualmente comienza con síntomas propios de un catarro de vías altas: mocos, tos, estornudos a lo que se asocia posteriormente dificultad para respirar, rechazo de alimentación y fiebre, aunque no muy alta. La tos, siempre presente, es intensa y recurrente y habitualmente se acompaña de vómitos. Muy frecuentemente escucharemos ruidos respiratorios: son las sibilancias (pitidos) que expresan la dificultad que tiene el aire para ser expulsado, de forma similar al asma bronquial. La historia clínica y la exploración física habitualmente son suficientes para llegar al diagnóstico. En ocasiones, el pediatra solicitará un estudio de las secreciones nasales para identificar el virus. Otras veces realizará una radiografía y/o un análisis de sangre sobre todo si se asocia fiebre alta. El tratamiento depende de la gravedad. Un 5% de los niños aproximadamente necesitarán ingreso en el hospital. La mayoría se tratarán en casa con cuidados especiales: humedad ambiental, fisioterapia respiratoria, lavados nasales. Es recomendable ofrecer la alimentación de forma fraccionada: tomas más frecuentes y de menor volumen y darle de beber mucho agua u otros líquidos. El empleo de sedantes para la tos están contraindicados porque la tos es un mecanismo para eliminar las flemas y las secreciones bronquiales. Se debe acudir a urgencias o consultar al pediatra si: Se asocia fiebre alta. Rechaza totalmente las tomas y /o vomita. El niño está apagado. Si respira muy deprisa y/o tiene dilatación de las alas de la nariz,
y/o tiene un color azulado.
BRONQUITIS:
Es una inflamación de los bronquios, concretamente de la parte más gruesa del tramo bronquial. Durante los primeros años de la vida, en la mayoría de los casos, es de causa infecciosa, fundamentalmente vírica. Sin embargo, también puede tratarse de una alergia o aparecer como consecuencia de la inhalación de determinados productos químicos, de la contaminación atmosférica o del humo del tabaco. Si el niño de forma repentina, presenta un ataque de tos, hay que sospechar en una aspiración de cuerpo extraño y hay que preguntar si tenía al alcance objetos pequeños: frutos secos o sus cáscaras y haya podido atragantarse con ellos. Estas situaciones son potencialmente graves y requieren asistencia en servicio de Urgencias. Se inicia con un catarro de vías altas, mocos y tos, al principio seca y posteriormente productiva (con "flemas"). El niño sobre todo si es pequeño, no sabe expectorar y es frecuente que se trague las flemas que posteriormente expulsa con los vómitos o con las heces (deposiciones con "moco"). Se queja que "le duele el pecho" y se encuentra cansado, con malestar general y algo de fiebre. Aunque suele mejorar rápidamente, la tos puede persistir durante una semana o más. El pediatra suele diagnosticarla con la historia clínica y la auscultación pulmonar por lo que en pocos casos será necesario realizar otro tipo de pruebas. Lo más efectivo es dar al niño muchos líquidos para ayudar a expulsar las secreciones bronquiales lo que se consigue además mediante ejercicios de fisioterapia respiratoria: cambios de postura, golpecitos rítmicos en la espalda o en el pecho, etc. Si se asocia fiebre, se administrarán antitérmicos. Los antibióticos no deben utilizarse, y menos sin consultar con el pediatra,salvo en los casos en los que se sospeche una infección bacteriana sobreañadida. Se debe acudir a urgencias o consulta a tu pediatra si: La tos se acompaña de fiebre alta y malestar general. Presenta tos de forma brusca, con o sin evidencia de atragantamiento.
C:
CARIES DENTAL:
Es una enfermedad que destruye las estructuras de los dientes. Es muy frecuente en los niños, incluso en los dientes de leche. De hecho, existe un tipo de caries conocida como caries del biberón que se produce en los niños que mantienen durante mucho tiempo el biberón en la boca o que tienen la costumbre de utilizar chupetes impregnados en azúcar, miel o leche condensada. Se cree que existen tres factores esenciales para la aparición de las caries: la presencia de determinadas bacterias, la dieta y las características del propio diente. Por otra parte, el hecho de que esta enfermedad no afecte a todos los individuos por igual está condicionado por una diferente predisposición hereditaria al desarrollo de la caries. Las bacterias presentes en la superficie de los dientes fermentan los azúcares de los alimentos produciendo ácidos que atacan el esmalte protector del diente formándose la lesión inicial que es la placa dental. La caries comienza afectando a la parte más superficial del esmalte, para ir profundizando en capas y terminar afectando también a la raíz y a la destrucción total del diente. Cuando lo que está afectado es el esmalte, apenas hay síntomas. El niño se quejará cuando la caries ha afectado ya a capas más internas. El dolor aparece cuando se afecta la pulpa y se manifiesta al beber bebidas frías o calientes o sin ninguna causa aparente. Con frecuencia se inflaman las encías (enfermedades periodentales) y sangran con facilidad. La caries debe ser tratada (empastada y ocluida) en el momento en que se detecta, pero lo más importante y eficaz es su prevención. Las medidas más adecuadas para la prevención de la caries son: Prescindir del biberón de leche por la noche, y si no se consigue, evitaremos que lo mantenga en la boca, una vez que haya terminado de chupar. No untar el chupete con miel o azúcar. Higiene bucal correcta. Suplementos de flúor. Evitar alimentos que favorecen el desarrollo de caries (sacarosa). Visitas periódicas al odontopediatra. Se deberá consultar al pediatra si: Observas una caries a cualquier edad, incluso y también en la primera dentición (dientes de leche). Le duele la boca al beber o al comer. Se notan manchas oscuras o una pigmentación distinta en los dientes
CANDIDIASIS:
Es una infección que afecta a la mucosa bucal, dando lesiones blanquecinas parecidas a granos de sémola. También puede afectar la zona del pañal. Esta infección es causada por un hongo llamado candida albicans, que es muy extendido en la naturaleza. Puede alojarse en las tetinas de los biberones y contagiar al bebe. Otra forma de contagio suele ser durante el paso por el canal del parto, si la madre padecía vaginitis candidiástica. El tratamiento en el último caso mencionado, debe ser inmediatamente después del nacimiento con un antimicótico. Las lesiones en la boca y los glúteos desaparecen, por lo general con soluciones típicas de violeta de genciana.
CATARRO:
Es una infección aguda de las vías respiratorias altas (nariz, ojos y garganta) que pueden presentar los niños en cualquier época del año pero especialmente en invierno y en primavera. Es la enfermedad más frecuente en los niños y una de las principales causas de absentismo escolar. Es muy contagiosa, capaz de pasar de un niño a otro con una gran facilidad. Los niños de 1 a 6 años presentan de seis a ocho catarros al año y esta frecuencia es mucho más alta en los niños que acuden a guardería. La inmensa mayoría de las veces se produce por un virus. Hay más de 150 ó 200 virus que pueden causar el resfriado. Los virus presentes en las secreciones nasales pasan a otros niños fundamentalmente a través de los estornudos, la tos o de la saliva que permanece en los objetos que los niños pequeños se llevan a la boca. El periodo de contagio se inicia 48 horas antes de que comience la sintomatología y la duración de la enfermedad suele ser de 7 a 10 días. Dependen de la edad del niño son los síntomas que presenta. Los bebés menores de 3 meses, presentan dificultades para la alimentación y para conciliar el sueño debido a la obstrucción nasal. Los niños entre 3 meses y 3 años habitualmente tienen fiebre, irritabilidad y estornudos. A las pocas horas se asocian mocos, obstrucción nasal y tos. La tos puede impedir que coman o duerman bien. Más raramente tienen problemas intestinales (vómitos o diarrea). Los niños mayores de 3 años presentan irritación y obstrucción nasal, dolor de garganta, tos, lagrimeo e irritación ocular, y en ocasiones algo de fiebre y malestar general. No existe un tratamiento específico para el catarro. De hecho los médicos dicen que un catarro con medicamentos dura siete días y sin medicamentos una semana. Solamente se puede actuar mejorando los síntomas. Para la obstrucción nasal se recomienda lavados nasales con suero fisiológico y para la fiebre, antitérmicos. Es aconsejable beber muchos líquidos e ingerir una dieta blanda. Al ser una enfermedad producida por virus, tampoco están indicados los antibióticos. Es aconsejable que el niño se quede en casa durante unos días para que no contagie a los compañeros de guardería y de colegio, pero también para evitar posibles complicaciones (otitis, neumonías). Es normal que: El niño se encuentre decaído sobre todo si tiene fiebre. Presente varios catarros durante el invierno sobre todo el primer año que acude a la Guardería o al Colegio. Se debe acudir a emergencia o al pediatra si: La fiebre no le cede con el antitérmico o le dura más de 3-4 días. Se asocia dificultad respiratoria. Le supura el oído.
CIANOSIS:
Es la coloración azul violáceo de la piel y las mucosas, sobre todo en los labios, alrededor de la boca, en las manos y en los pies. En los recién nacidos, es frecuente una ligera cianosis sobre todo cuando tienen frío. La cianosis generalizada se debe a enfermedades respiratorias graves, así como a malformaciones cardíacas en las que se mezcla la sangre venosa con la arteria. Se observa cuando la piel presenta tonos azulados y esto se debe a que los glóbulos rojos están mal oxigenados. Para el tratamiento en todos los casos se debe consultar al pediatra inmediatamente.
CONJUNTIVITIS:
Es la inflamación de la conjuntiva, que es la membrana transparente que recubre el blanco de los ojos y el interior de los párpados. Pueden ser de causa infecciosa, bacteriana o viral, alérgica (polen, epitelio de animales, ácaros del polvo...), irritativas (sol, cloro de las piscinas...). En los bebés puede deberse a una obstrucción del conducto lacrimal, un canal que se encuentra en el ángulo interno del ojo y que comunica la conjuntiva ocular con las fosas nasales. Los principales síntomas son que las conjuntivas están enrojecidas (el típico ojo rojo), irritadas, y con sensación de cuerpo extraño. Las conjuntivitis de causa bacteriana, al menos inicialmente, afectan a un solo ojo que tendrá una secreción purulenta y el párpado estará "pegajoso" y legañoso. En el caso de (las conjuntivitis alérgicas) es típico el picor y el lagrimeo intensos. El pediatra puede diagnosticar con una simple inspección del ojo, el tipo de conjuntivitis. Cuando lo crea necesario, remitirá el niño al oftalmólogo. Hasta que el niño sea visto por el pediatra, es recomendable limpiar las secreciones oculares con gotas de suero fisiológico. El pediatra nos indicará el colirio más adecuado según la causa que haya provocado la conjuntivitis. Cuando existe una obstrucción del conducto lacrimal, el pediatra enseñará a la madre a en el ángulo interno del ojo para ayudar a desobstruir el conducto. Si esta medida no fuera suficiente, recurrirá a la ayuda del oftalmólogo.
CONVULSIONES FEBRILES:
Es un proceso benigno que se manifiesta con pérdida de conciencia, rigidez y/o una serie de movimientos anormales, coincidiendo con fiebre. Afecta a niños menores de 5 años de edad, y excepcionalmente después de los 5 años, existiendo algunas familias con mayor predisposición para presentarlas. A pesar de no ser peligrosas, provocan una gran alarma y angustia en los padres. Las convulsiones febriles son distintas de la epilepsia. Se produce por la especial susceptibilidad de estos niños a reaccionar mediante una crisis convulsiva ante la existencia de fiebre, lo que origina una serie de descargas nerviosas que se traducen en unos movimientos especiales y en pérdida de conciencia. La convulsión febril se manifiesta con pérdida de conciencia y con rigidez del cuerpo del niño, alternando con flojedad, o con sacudidas musculares rítmicas de todas las extremidades o de las de un lado, movimientos de los ojos, de la mandíbula etc. Esta situación se prolonga durante unos segundos o minutos, finalizando con cansancio y sueño. En casos excepcionales la duración de la convulsión febril se prolonga más de 15 ó 20 minutos, situación que debemos evita. La convulsión febril se diagnostica por la coincidencia simultánea de las manifestaciones anteriormente descritas y la fiebre. En las convulsiones febriles no es necesario realizar un electroencefalograma. No hay que confundirlas con los escalofríos, tiritonas, o delirios. Tampoco son convulsiones febriles los síncopes febriles que son episodios que cursan con fiebre y pérdidas de tono muscular (se queda flácido), condicionadas por defecto de la oxigenación cerebral o alteraciones del sistema nervioso vegetativo. La convulsión febril no es una epilepsia: enfermedad crónica en la que el cerebro produce descargas nerviosas que se manifiestan de diferentes formas que pueden variar entre los ataques de gran mal (muy aparatosas con pérdida de conciencia y movimientos anormales) y breves ausencias que pueden pasar desapercibidas. Las personas epilépticas se controlan muy bien con medicamentos específicos que deben tomar diariamente durante varios años. Las convulsiones febriles no son peligrosas y en la mayoría de los casos cesan por sí solas, sin tener que recurrir a ningún tratamiento específico. Cuando le da la convulsión debemos situar al niño boca abajo con la cabeza vuelta hacia un lado para evitar que el niño aspire en caso de vómito. Debemos intentar bajar la temperatura quitándole la ropa y administrando un antitérmico. No debemos nunca emplear agua fría porque los escalofríos podrían hacer aumentar la temperatura.
Si se produce una convulsión se coloca al niño sobre una superficie blanda sin intentar impedir sus movimientos convulsivos. Si la crisis no pasa se debe trasladar inmediatamente la niño al Servicio de Urgencias. Es importante que la convulsión dure el menor tiempo posible porque cuando se prolonga durante más de 15 ó 20 minutos existe el riesgo de secuelas, especialmente retraso en el aprendizaje o de epilepsia. Aproximadamente la mitad de los niños que han tenido una primera convulsión coincidiendo con fiebre, vuelven a tener convulsiones febriles. Aunque habitualmente, la convulsión es la primera manifestación de la enfermedad febril, si el niño tiene fiebre, es conveniente intentar bajar la temperatura lo antes posible, pero no es conveniente hacerlo de forma muy brusca. Para ello, hay que quitarle la ropa y administrarle un antitérmico, preferentemente paracetamol. Se debe acudir a urgencias: Si la convulsión ha durado más de 15 minutos. Si la convulsión ha sido breve pero se ha repetido. Si la convulsión ha sido de una pierna o de un brazo y no generalizada. Si la fiebre que ha originado la convulsión no cede con antitérmicos.
COLICOS DEL LACTANTE:
El término "cólico del lactante" hace referencia a un cuadro muy frecuente que afecta a lactantes sanos especialmente durante los tres primeros meses de vida. El cuadro se inicia a los 10 ó 15 días de vida y persiste hasta los 3 ó 4 meses de edad. A pesar de su frecuencia y de haber sido descrito hace 50 años sigue siendo un perfecto desconocido. Se piensa que es de origen multifactorial (debido a muchas causas) y de hecho entre otros se han implicado factores alimentarios (alergia a las proteínas de la leche de vaca) y hormonales (niveles altos de motilina, hormona que aumenta la motilidad intestinal). Así mismo es importante valorar el comportamiento de los padres con el niño y otros factores (tabaquismo, paridad, edad materna, prematuridad, etc.). De cualquier forma, no se sabe con certeza porqué se inicia a los quince días y desaparece a los tres meses. Los síntomas son episodios de llanto repentino, intenso y prolongado de predominio vespertino, de unas 2 ó 3 horas de duración al día, durante un mínimo 3 días a la semana, que se presenta en un lactante sano y bien alimentado. Habitualmente flexiona las piernas sobre el abdomen, que parece tenso, expulsa gases y se oyen ruidos intestinales. Aunque puede parecer hambriento no se tranquiliza con las tomas ni con los intentos de consolarle. El diagnóstico del cólico del lactante siempre es clínico y por exclusión. El pediatra diagnosticará este trastorno excluyendo otros procesos que causan llanto excesivo en el bebé. Se debe de saber que el cólico del lactante no es una enfermedad como tal, y que nuestro hijo a pesar del llanto intenso es un niño sano y que el cuadro se solucionará gradualmente. Algunos bebés se calman en brazos, otros en la cuna, otros colocándolos hacia abajo y dando masajes sobre el abdomen. El chupete también puede ser una gran ayuda, algunos niños se calman con un paseo en coche o en su carrito. Es importante que el padre participe en el cuidado del niño. No se debe interrumpir la lactancia materna, pero se puede probar a retirar temporalmente de la dieta de la madre la leche de vaca y derivados. En los que toman biberón, el pediatra puede sustituir la leche habitual una fórmula exenta de proteínas de leche de vaca. Es normal que: Llore como si le doliera algo. No se calme al ofrecerle el pecho o el biberón. Se debe consultar al pediatra si: Los cólicos continúan después de los tres meses. El niño llora muchas veces al día. Además del llanto intenso se asocian otros síntomas: fiebre, vómitos.
COQUELUCHE:
Es una enfermedad respiratoria infecciosa de las vías aéreas, de alta contagiosidad, que evoluciona entre 4 a 6 semanas y que tiene mayor incidencia en los meses invernales. El período de incubación es de 8 a 14 días y puede atacar al niño desde las primeras semanas de vida. El contagio es por contacto directo, a través de la saliva, la tos o el estornudo; y tiene una duración de 6 a 8 semanas aproximadamente. Esta enfermedad presenta tres fases:
• Fase Catarral: dura de 1 a 2 semanas y se caracteriza por tos, estornudos, apatía, febrícula y falta de apetito.
• Fase paroxística: dura entre 4 y 6 semanas y se caracteriza por accesos de tos repetidos, seguidos por una inspiración profunda y ruidosa (canto de gallo), Los vómitos son producidos por el almacenamiento de mucosidad y la irritación de la faringe. Estos accesos aparecen más frecuentemente durante la noche.
• Fase de Convalecencia: dura de 2 a 3 semanas y se caracteriza por tos persistente, pero sin accesos. Los síntomas van paulatinamente disminuyéndose.
Es una enfermedad producida por un germen. Una vez que se padece deja inmunidad por mucho tiempo pero no de por vida. La duración de todo el cuadro de la enfermedad es prolongado, aproximadamente 45 días. El tratamiento es ambulatorio, y padece sobre todo a los niños más grandecitos. En algunos casos puede requerir hospitalización para administrar oxígeno y alimentación por sonda con aporte de líquidos con suero endovenoso. El uso de medicación broncodilatadora es inevitable. Se indican antibióticos en los casos más complejos de neumonías y otros problemas pulmonares. La prevención del coqueluche se realiza por medio de la vacunación.
COSTRA LÁCTEA:
Se caracteriza por escamas amarillentas, blanquecinas o grises, fuertemente adheridas al cuero cabelludo aunque también aparecen en la frente, entrecejo, las cejas, la parte posterior de las orejas u otras partes del cuerpo. Tienen un aspecto grasiento y, a pesar de su nombre, no tienen nada que ver con la leche. Se relaciona con un trastorno de la piel que se denomina dermatitis seborreica (piel grasienta) que también puede padecer un adulto. En el niño el problema suela ser intrascendente y desaparecer en pocas semanas. El pediatra puede establecer medidas higiénicas y otro tipo de medidas que faciliten ésta buena evolución. En la casa se puede practicar su desprendimiento aplicando sobre la zona aceite (preferiblemente mineral para evitar el olor y la coloración verdosa que adquieren las escamas cuando se usa aceite vegetal), y mantenerlo durante 15 minutos. En los casos rebeldes, que ya son competencia del médico, puede ser necesario el uso de corticoides locales o antimicóticos, que son sustancias que eliminan los hongos que parece se relacionan con el desarrollo de la dermatitis seborreica.
D:
DESHIDRATACIÓN:
Es la pérdida de agua y sales en el organismo de los niños. En los lactantes y recién nacidos el 79 u 80 % es agua, por lo que cuando hay una pérdida de agua y sales por vía digestiva o cutánea en forma de vómitos, diarrea, sudor excesivo, etc. se produce una deshidratación. Las pérdidas de hasta 5 % se consideran leves, hasta 10 % moderadas, y hasta 15 % severas. La deshidratación puede llevar al shock y a la muerte. La causa más frecuente es la gastroenteritis que provoca vómitos, diarreas y fiebres altas que son graves en el bebe, ya que su organismo no es capaz de regular correctamente esta pérdida de agua y, además, no saben pedir agua, por lo que será la madre la encargada de revisar los síntomas característicos de una deshidratación para poner remedio cuanto antes. Ante la sospecha de una deshidratación hay que llevar inmediatamente al niño a emergencias. Los síntomas más llamativos son: el niño está muy irritable y se queja, el pis es concentrado, la piel está muy seca y se forman pliegues con facilidad, en el caso de los bebes más pequeños la fontanela suele estar hundida. Para tratarla se debe buscar como objetivo el equilibrio del nivel de hidratación del organismo, para ello hay que administrar líquidos por vía oral o, tal vez, a través de la vía intravenosa; el pediatra debe decidir cual es el método más eficaz. Se debe acudir a emergencias si: El niño hace muchas deposiciones líquidas. Tiene mucha fiebre. Tiene la piel y los labios muy secos.
DERMATITIS ATÓPICA:
Es una afección cutánea crónica que suele acompañar a la atopia (predisposición genética a reaccionar de forma exagerada frente a ciertos estímulos ambientales). Afecta al 3-5% de los niños menores de 5 años. Se produce por un componente genético, de forma que el 70% de los niños con dermatitis atópica tienen familiares de primer grado con algún tipo de enfermedad alérgica. Así mismo va directamente unido a la condición atópica del niño, de modo que el 50-80% de los niños con este proceso padecen al mismo tiempo o posteriormente asma u otras enfermedades alérgicas. Las cuatro manifestaciones principales son picor (siempre presente y síntoma principal), lesiones escamosas y secas, prúrigo (pápulas y lesiones por el rascado) y placas rosadas. En el lactante las lesiones comienzan a partir del segundo mes de vida y se localizan fundamentalmente en las mejillas, frente, detrás de las orejas, cuello y cuero cabelludo. La erupción puede extenderse a tórax, muñecas, zonas extensoras de ambas extremidades y dorso de manos y pies. Además, la piel es áspera y rugosa, característica de una piel atópica. El niño se encuentra inquieto, irritable y duerme intranquilo. Cuando aparecen estas características en la piel del bebé, conviene que lo vea un pediatra cuanto antes. El diagnóstico es relativamente sencillo, pues las lesiones y las manifestaciones acompañantes son muy características, aunque no existe ninguna prueba específica. Es muy importante evitar los factores desencadenantes: fibras artificiales, frío o calor excesivo, sudoración, infecciones de repetición...). Los distintos alimentos se deben de introducir de forma lenta y progresiva con intervalo de varios días entre uno y otro y evitando los alimentos potencialmente alergénicos durante el primer año de vida. Es importante mantener una lactancia materna prolongada. En el tratamiento local es fundamental hidratar adecuadamente la piel. Es preferible la ducha breve al baño, empleando jabones de pH ácido. En la fase aguda el pediatra probablemente recomendará utilizar corticoides tópicos, cuya potencia y dosis dependerán de la gravedad del cuadro. Para el picor se pueden emplear antihistamínicos por vía oral, siguiendo las indicaciones del pediatra. Se debe consultar al pediatra si: Las lesiones son muy llamativas y no responden al tratamiento.
DERMATITIS DEL PAÑAL:
Es una reacción aguda e inflamatoria de la piel de la zona del pañal causada por el contacto prolongado con heces y orina retenidos en los pañales. Afecta a los bebés pequeños, hasta que aprenden a controlar sus esfínteres. Se debe a diversos factores. El amoniaco producido por la descomposición de la urea, la humedad, empleo de productos de limpieza inadecuados para el bebé, impermeabilidad de los pañales, sobre infección por gérmenes y cándidas, enzimas de las heces. Estos factores unidos a una falta de higiene adecuada y a una cierta predisposición individual contribuyen a su aparición. Se ha comprobado que desde que las madres emplean pañales desechables y cambian muchas veces a los niños la incidencia de este problema ha disminuido notablemente. La dermatitis comienza con una irritación o eritema (zona de enrojecimiento) en la zona que roza con el pañal: los genitales, cara interna de los muslos y región glútea. Cuando el proceso es más intenso el color es más rojo y aparecen pequeñas vesículas, erosiones y costras. Es frecuente que se complique con una infección por hongos (cándidas).Es necesario mantener una limpieza adecuada de la zona y realizar el baño diario con jabones ácidos o neutros, siendo desaconsejable el empleo de otro tipo de jabones o perfumes. Se recomienda el cambio de pañales cada vez que se ensucien o se mojen, y utilizar pañales desechables evitando plásticos oclusivos. No emplear polvos de talco, ni pomadas de antibióticos ni corticoides de forma rutinaria. Mantener el área del pañal aireada el mayor tiempo posible. En casos más graves el pediatra probablemente indicará añadir al tratamiento anterior una crema de corticoides de baja potencia y si sospecha infección por hongos o bacterias pomadas antifúngicas o antibióticas. Es muy importante mantener sin pañal el mayor tiempo posible. Se debe consultar al pediatra si: La irritación es muy grande o se extiende más allá de la zona del pañal. Tiene unas características diferentes a lo se ha comentado anteriormente.
DERMATITIS SEBORREICA:
Es una erupción de la piel que afecta a las partes del cuerpo donde hay una gran concentración de glándulas sebáceas (productoras de grasa). Por eso aparece en el cuero cabelludo, en la cara, detrás de las orejas y zona de pliegues. La frecuencia en el recién nacido es del 12 %, ocupando el tercer lugar entre las enfermedades del primer mes de vida. No se conoce la causa que lo origina, pero se cree que puede existir una disfunción en las glándulas sebáceas que producen una secreción diferente, por ello a medida que van madurando, se normaliza la situación. La forma infantil aparece en el cuero cabelludo (costra láctea) durante la primera o segunda semana de vida y permanece localizada, o a partir del final del primer mes progresa y se extiende a frente, cejas, detrás de las orejas, pliegues de las axilas o del cuello, parte superior de la espalda, tronco, región umbilical y zona perineal. Son escamas amarillentas, de aspecto grasiento que se agrupan formando placas redondas u ovaladas. No se acompañan de prurito (picor) ni de síntomas generales. A pesar del aspecto antiestético de las lesiones, normalmente el niño está tranquilo y contento. Dado que el proceso tiene buena evolución y tendencia a la curación espontánea, no es necesario utilizar tratamientos agresivos. Es recomendable añadir al baño alguna sustancia hidratante (aceite de avena, por ejemplo) y aplicar aceite o vaselina en las lesiones del cuero cabelludo. En la costra láctea, también es útil la utilización de ácido salicílico al 4 ó 5% en vaselina, seguido de lociones de corticoides de baja potencia hasta el control del proceso. Si existe sobre infección por hongos (cándidas) el pediatra recomendará pasta al agua con nistatina o un compuesto imidazólico. Hay que consultar al pediatra si: Las lesiones cutáneas se acompañan de diarrea, fiebre o descamación generalizada.
DIABETES:
La diabetes es un trastorno que provoca una elevación en los valores de glucosa en la sangre. Se produce porque el organismo no libera la suficiente insulina (sustancia encargada de regular los valores de azúcar en la sangre) o porque no la utiliza adecuadamente. En los niños es una enfermedad que requiere mucha atención por parte de los padres y del médico. Ellos mismos tendrán que estar muy pendientes de sus cifras de glucosa y de su alimentación. La diabetes es el resultado de un mal funcionamiento del páncreas que origina la destrucción de las células que producen insulina. Sin insulina, la glucosa queda depositada en la sangre en lugar de entrar en las células. El riñón será el encargado de destruir este exceso de glucosa, por eso los niños diabéticos beben mucho líquido y orinan con más frecuencia de lo normal. Los niños diabéticos necesitan inyectarse insulina para poder vivir, además de seguir una dieta adecuada. Cuando aumenta la concentración de azúcar en la sangre, la glucosa pasa a la orina y los riñones producen más agua para diluirla. En consecuencia, se elimina también gran cantidad de agua, lo que explica la sensación de sed y hambre. También pueden presentarse somnolencia, náuseas, cansancio y visión borrosa. Son niños delgados, especialmente si se tiene en cuenta lo mucho que comen. Un análisis de sangre evidenciará valores elevados de azúcar en la sangre. El pediatra suele sospechar el diagnóstico simplemente a través de los síntomas que refiere la madre especialmente si hay antecedentes familiares de esta enfermedad. El principal objetivo es regular los valores de azúcar en la sangre y permitir que el niño lleve una vida normal. Para ello el tratamiento se basará en tres pilares: dieta, insulina y ejercicio. La dieta la establecerá el pediatra así como el tipo de ejercicio a realizar. Los diabéticos tienen tendencia a valores altos de colesterol, por lo que debe considerarse este aspecto al programar una dieta, limitando la ingestión de grasas saturadas. El pediatra también enseñará a los padres y al niño a inyectarse de insulina así como las dosis adecuadas. Una vez establecido el tratamiento adecuado, se establecerá un calendario para acudir a las revisiones periódicas que debe tener un niño diabético. Hay que consultar al pediatra si: Se presenta con cierta frecuencia situaciones de hipoglucemia. Si se debe modificar con frecuencia las dosis de insulina.
DIARREA AGUDA:
Es un aumento en el número de deposiciones y/o una disminución de su consistencia. Representa el segundo motivo más frecuente de consulta y hospitalización en niños menores de 2 años. La causa más frecuente es infecciosa (gastroenteritis), siendo el rota virus (agente viral) el germen que con mayor frecuencia produce diarrea en los niños de todo el mundo. Afecta sobre todo a niños entre 6 meses y 2 años de edad, especialmente varones, y tiene una mayor incidencia en los meses invernales. Algunos agentes bacterianos también pueden ser responsables de diarreas agudas infecciosas y un porcentaje considerable de niños que asisten los niños que asisten a guarderías infantiles. Los primeros síntomas son los vómitos y la fiebre que preceden a la diarrea en 12 ó 24 horas. Asimismo, las gastroenteritis producidas por rota virus, van generalmente precedidas por un catarro de vías aéreas superiores. Las características de las deposiciones dependen de la causa de la diarrea. Las deposiciones de las gastroenteritis víricas son heces líquidas o semilíquidas, amarillentas, de olores ácidos y ruidosos. Se acompañan de dolor abdominal y de enrojecimiento de la zona del pañal. Las diarreas bacterianas más frecuentes en nuestro medio suelen ser deposiciones verdosas y malolientes y contienen moco y sangre. Las características de las deposiciones y los síntomas acompañantes orientan al diagnóstico. En raras ocasiones es necesario recurrir al análisis bacteriológico de las heces (coprocultivo) dado que en la mayoría de los casos la causa es viral y por otra parte la utilización de antibióticos en la diarrea infecciosa en la infancia es excepcional. Para prevenir la aparición de diarreas la higiene es fundamental. Es necesario efectuar un buen lavado de manos antes y después del cambio de pañales y de preparar los alimentos, medidas que deberemos extremar en las guarderías infantiles. Para prevenir la enfermedad dependerá de la edad del niño y de la gravedad de la diarrea. Los bebés que toman leche materna seguirán realizando la misma toma, sin forzar el apetito del bebé. A los niños alimentados a biberón les ofreceremos la toma más diluida y en menor cantidad, aunque de modo más frecuente. Los bebés más mayores sustituirán el puré habitual de verduras por uno de arroz y zanahoria y el batido de frutas por uno de manzana, plátano y limón. Es importante que cada vez que el niño realice deposición le ofrezcamos para beber soluciones rehidratantes comercializadas (siguiendo las indicaciones de su pediatra) para compensar las pérdidas que se producen por las heces y evitar que el niño se deshidrate. Debemos consultar al pediatra si: El bebé realiza muchas deposiciones y rechaza las soluciones rehidratantes. Si vomita las soluciones y/o el alimento que le ofrecemos. Se asocia fiebre alta o mal estado general. Tiene aspecto tóxico.
DOLOR ABDOMINAL AGUDO:
Es uno de los motivos de consulta más frecuente. Hay que distinguir entre el dolor abdominal agudo en el que el síntoma principal es el dolor abdominal y que no siempre precisa cirugía, y el abdomen agudo que requiere intervención quirúrgica urgente. El dolor abdominal puede tener su origen dentro del abdomen o deberse a enfermedades extra-abdominales, de causa infecciosa, traumática, metabólica o mal formativo. Las causas son diferentes según los grupos de edad: En el lactante: cólico del lactante, invaginación intestinal, diarrea aguda, infección del tracto urinario. En el preescolar: diarrea aguda, infección del tracto urinario, adenitis mesentérica, amigdalitis. En el escolar: diarreas, píelo nefritis, apendicitis, adenitis mesentéricas, neumonías, amigdalitis. La historia clínica, el examen físico completo y la palpación abdominal cuidadosa orientarán el diagnóstico. El pediatra en función de la sospecha clínica solicitará pruebas analíticas, radiológicas, y en ocasiones, ecografía abdominal, para confirmar el diagnóstico. El tratamiento depende de la causa del dolor abdominal. Es importante saber que no debemos dar analgésicos antes de descartar que se trata de un abdomen agudo ya que en estas situaciones hay que intervenir quirúrgicamente y si suprimimos el dolor podemos enmascarar el cuadro y retrasar el diagnóstico y consecuentemente el tratamiento adecuado. En el resto de los casos, el tratamiento del proceso que condicionó el dolor abdominal agudo, conlleva la mejora de los síntomas. Se debe acudir a urgencias o consultar al pediatra si el dolor abdominal: Es intenso y mantenido y/o lo localiza en un punto determinado. Se acompaña de vómitos y/o fiebre. Se observa sangre en las heces. No ha realizado deposición en las últimas 24-48 horas.
DOLOR DE CABEZA (CEFALEA):
Es una sensación de malestar o dolor en la parte superior de la cabeza, difícil de definir sobre todo cuanto más pequeño es el niño y mucho más frecuente de lo que se cree. Para las madres es un síntoma muy alarmante porque invoca enfermedades potencialmente graves como la meningitis. El dolor de cabeza es un síntoma y no una enfermedad y puede ser producido por múltiples procesos. Puede ser una manifestación de una cualquier enfermedad infecciosa que curse con fiebre, de problemas oftalmológicos, de trastornos emocionales, etc. Además del dolor de cabeza, que tendrá unas características propias en función de su origen y que el niño nos sabrá describir mejor o peor según la edad, existirán los síntomas que acompañan al proceso causante de la cefalea (fiebre, nauseas vómitos, síntomas respiratorios, etc.). La historia clínica seguido de la exploración física y neurológica son los primeros pasos para el estudio de las cefaleas. Con los datos obtenidos, el pediatra solicitará, si lo considera necesario, pruebas complementarias para completar el estudio. En la mayoría de los casos el pediatra iniciará un tratamiento farmacológico con analgésicos tipo paracetamol, además de tratar de eliminar los factores desencadenantes si los hubiera. Es normal que: Le duela la cabeza si tiene fiebre o está pasando por un proceso infeccioso. Le duela la cabeza después de correr o de hacer mucho ejercicio. Hay que consulta al pediatra si: El dolor de cabeza es persistente e interfiere con la actividad del niño. Va acompañado de vómitos y de malestar general. Se trata de un dolor muy intenso.
E:
ENURESIS:
Se define como la emisión involuntaria de orina después de una edad en que habitualmente se debe controlar la micción, lo que generalmente ocurre entre los 4 y 5 años. Por tanto, no debe considerarse un problema significativo a menos que el niño tenga más de seis años. Lo más frecuente es que esta falta de control se produzca por la noche, pero en algunos niños también sucede durante el día. Es un motivo habitual de consulta ya que entre el 15-20% de los niños mayores de 5 años presentan este problema. Es más frecuente en los niños que en las niñas. La más frecuente es la enuresis primaria: niños que nunca han conseguido el control nocturno de la vejiga. En muchas ocasiones se descubre un factor familiar: el padre, la madre o algún hermano también tardaron en controlar el esfínter urinario. Los psicólogos invocan una situación de conflicto entre el niño y su ambiente familiar y social: educación demasiado rígida o, al contrario, demasiado tolerante, o trastornos emocionales. Probablemente el origen es multifactorial. Menos frecuentes son las enuresis secundarias: el control miccional se produce por periodos de seis o más meses pero posteriormente recurren. Suele deberse a causas orgánicas (infecciones urinarias, diabetes, etc.). Los síntomas principales son que se hacen pis involuntariamente durante la noche y más raramente por el día. Para diagnosticar el pediatra realizará un examen físico para descartar una causa orgánica. También tendrá una larga entrevista con los padres sobre el comportamiento del niño. Los padres deben conocer que la enuresis tiene tendencia a la curación espontánea. No deben castigar al niño porque es un acto involuntario. Debe estimularse a que el niño se levante "seco" pero quitar importancia en caso contrario. Al mismo tiempo hay que tratar de evitar en el niño el sentimiento de culpa, eliminar comentarios y burlas delante de los hermanos y personas ajenas a la familia. La comprensión por parte de los padres es más fácil si alguno de ellos tuvieron el mismo problema. Es necesario crear una buena compenetración entre los padres, el niño y el pediatra. El problema debe abordarse de forma individual y con delicadeza. Podemos dar una serie de consejos. Limitar la ingesta de líquidos en exceso a partir de las últimas horas de la tarde. Invitar a los niños a que vayan al retrete antes de acostarse. Educar al niño a contener la micción durante el día para aumentar la capacidad de la vejiga: 1º) cada vez que el niño desee hacer pis, que intente retener al máximo el chorro de orina antes de ir al retrete; 2º) una vez iniciada la micción, intentar interrumpirla durante diez segundos. La utilización de otros métodos terapéuticos (medicamentos, sistemas de alarmas hormonas, etc.) sólo están indicadas en casos concretos y siempre por indicación del pediatra. Es normal que: Se haga pis alguna vez sobre todo si el niño tiene menos de 5 años. Se haga pis si está muy entretenido o profundamente dormido. Se debe acudir al pediatra si: Se hace pis todas o casi todas las noches después de los seis años. Si después de controlar las micciones, vuelve a hacerse pis durante las noches.
EPLIGOTITIS AGUDA:
Es una inflamación de la epiglotis, estructura que se encuentra encima de la glotis a modo de puerta que se abre y se cierra para dejar paso sólo al aire. Puede presentarse a cualquier edad y en cualquier época del año. Es poco frecuente pero constituye una urgencia pediátrica por lo que ante su sospecha el niño debe ser inmediatamente llevado al Hospital. Está producida por una bacteria, el Haemophilus influenzae. Los principales síntomas son: fiebre alta, sensación de enfermedad, voz apagada, boca abierta, el niño permanece sentado e inclinado hacia delante con gran dificultad respiratoria. Hay que fijarse cuando un niño de forma brusca comienza con dificultad respiratoria, fiebre alta, aspecto de enfermedad, es incapaz de permanecer acostado y de hablar, es necesario trasladarlo inmediatamente al Hospital. El tratamiento de la epiglotitis se realiza en la Unidad de Cuidados Intensivos pediátricos donde se efectúan las medidas terapéuticas oportunas. Recordemos que desde la aplicación generalizada de la vacuna contra el Haemophilus influenzae, la epiglotitis aguda prácticamente ha desaparecido. Debemos acudir a Urgencias si el niño presenta: Dificultad respiratoria, babea, debe estar sentado o inclinado hacia delante para poder respirar.
EPILEPSIA:
Es una enfermedad crónica del sistema nervioso central que se caracteriza por dos o más crisis paroxísticas espontáneas de diferentes características, originadas por una descarga excesiva de un grupo de células de la corteza cerebral. Es una de las enfermedades crónicas más frecuentes en la población general ya que casi una de cada 100 personas la presentan. Las epilepsias se denominan idiopáticas cuando no se conoce la causa que las produce, demostrándose en muchos casos un factor genético. En las epilepsias sintomáticas, se puede demostrar la causa de la epilepsia que puede ser debida a múltiples factores de tipo mal formativo, infeccioso, hemorrágico, tumoral, traumático, etc., que puede haberse producido en cualquier época de la vida. Existen varios tipos de crisis epilépticas. En primer lugar debemos saber que una sola crisis, lo que se conoce como crisis epiléptica aislada o única no es una epilepsia que, por definición, consiste en 2 o más crisis de características claramente epilépticas. Las crisis son muy variadas tanto en sus características como en su duración. Las ausencias consisten en una parada brusca de la actividad motora y pérdida de la conciencia asociada a mirada fija e inexpresiva que termina en 5-20 segundos y que pueden pasar desapercibidas mientras que las crisis generalizadas tónico-clónicas son episodios de pérdida de conciencia con rigidez de tronco y extremidades, seguida de convulsiones y movimientos sin control que pueden ser de gran violencia, asociados a emisión de orina, mordedura de lengua y salida de espuma por la boca). La duración de las ausencias son de 5- 20 segundos mientras que las convulsiones tónico-clónicas pueden durar varios minutos y seguirse de sueño profundo tanto más duradero cuanto más prolongada y violenta haya sido la convulsión. Entre uno y otro existen diversos tipos de crisis con diferentes características. La historia clínica es lo más importante para el diagnóstico de epilepsia, incluso para establecer el tipo y su causa. El diagnóstico se completa con el electroencefalograma. En algunos casos serán necesarias otras pruebas como la tomografía axial computadorizada (TAC), la resonancia magnética nuclear (RMN), pruebas metabólicas, etc. El tratamiento se basa en fármacos antiepilépticos que bien utilizados, a ser posible en monoterapia (administración de un único fármaco antiepiléptico), han demostrado ampliamente su eficacia. Deben realizarse controles médicos periódicos, para asegurar la eficacia, detectar los efectos secundarios y valorar la calidad de vida. Aunque cada síndrome epiléptico tiene características propias, podemos considerar factores favorables para el pronóstico: comienzo de las crisis epilépticas después de los 3 años de edad, poca frecuencia de las mismas, eficacia del tratamiento, buen cumplimiento del mismo, normalización del EEG, ausencia de lesiones cerebrales, normalidad neurológica e inteligencia normal.
ESCARLATINA:
Es una enfermedad infecciosa de origen bacteriano. En los últimos años ha aumentado su incidencia, que es más elevada en niños en edad escolar y durante el invierno. Está producida por una bacteria, el estreptococo hemolítico del grupo A. Se contagia por medio de las gotitas de saliva que se expulsan al hablar y a través de los estornudos y de la tos. El niño comienza con fiebre, dolor de garganta, molestias al tragar, cefalea y dolor abdominal. La faringe adquiere un color rojo intenso y los ganglios del cuello duelen y están inflamados. A las 24-48 horas aparece una erupción roja, puntiforme con textura de papel de lija ("carne de gallina") que se inicia en zona de pliegues y que posteriormente se generaliza. Las mejillas están enrojecidas mientras que alrededor de la boca hay palidez. Pasada una semana, la piel se descama sobre todo en las manos y los pies. Es típica en esta enfermedad la llamada lengua de fresa ya que se aprecia en su superficie unos puntos rojos que destacan sobre una base blanquecina. A los pocos días la capa blanca se descama y la lengua adquiere un tono rojo escarlata. La coexistencia de faringe amigdalitis y una erupción de las características señaladas ("no hay escarlatina sin angina") indicarán al pediatra que se trata de una escarlatina. Para confirmar el diagnóstico es necesario el aislamiento del estreptococo en la garganta mediante un cultivo del exudado. La penicilina es el tratamiento de elección para todas las infecciones por estreptococos. Si el paciente es alérgico a la penicilina se puede emplear eritromicina. Se debe acudir al pediatra si: Persiste la fiebre o empeoran los síntomas a las 24-36 horas de iniciado el tratamiento antibiótico. A las 2-3 semanas de la escarlatina, la orina es escasa, y oscura.
ESPASMOS DEL SOLLOZO:
Los espasmos del sollozo no son episodios graves pero para los padres constituyen un problema alarmante y una experiencia muy desagradable porque el bebé o el niño se convierte "azul" o muy "pálido" y parece no reaccionar ante estímulos aparentemente enérgicos. La forma más frecuente es la de tipo cianótico (el niño se convierte azul) que se presenta entre los 6 meses y los 2-3 años (aunque se han descrito a la edad de 2 meses). Existe otra forma menos frecuente y más grave, denominada de tipo pálido. Esta forma se inicia entre los 12 y los 24 meses de edad, y finaliza entre los 4 y 6 años. No se conocen bien las causas, pero existen unos factores predisponentes, como son niños caprichosos, súper protegidos por un entorno familiar en el que consiguen imponer su voluntad sobre todo cuando en la familia han vivido previamente la experiencia de un espasmo del sollozo lo que crea una enorme ansiedad ante una eventual repetición. En los espasmos de sollozo simples o tipo azul, los más frecuentes, tras el episodio de llanto, hay una pausa de silencio, el niño deja de respirar, se convierte de color azul o morado (cianótico). La crisis se resuelve de forma espontánea tras una inspiración profunda y la recuperación es rápida, aunque después se queda dormido o "atontado" debido a la falta de oxigenación en el cerebro. Habitualmente no hay pérdida de conciencia a no ser que el episodio se prolongue. Las características de los episodios, sobre todo la existencia de llanto, contrariedad o provocación previas al cese de la respiración y al desencadenamiento de las crisis, ayudarán al pediatra a establecer al diagnóstico. En los raros casos en los que el niño pierde la conciencia y/o convulsione el pediatra indicará una analítica completa, una radiografía de tórax, un electrocardiograma y un electroencefalograma. Si los resultados son normales, como es habitual, el tratamiento consiste en tranquilizar a la familia mediante una información adecuada. El tratamiento se basa en una adecuada información a los padres, colaborando en el apoyo psicológico a la familia y ayudándoles a la realización de cambios en las estrategias educativas. Es importante, además, tranquilizar sobre la evolución favorable y del pronóstico benigno ya que no existe amenaza de muerte a pesar de la aparatosidad y espectacularidad de las crisis en algunos casos. Cuando se produce una crisis, es recomendable colocar al niño de lado para proteger la cabeza de posibles lesiones y evitar que el niño aspire alimentos sobre todo si ha comido recientemente. Generalmente el niño reanuda rápida y espontáneamente el llanto y la respiración, y recupera el color, por lo que no hay que hacer nada especial en estas situaciones. Sin embargo, aunque es difícil no perder la calma, debemos intentar mantenerla. Es normal que: Utilice el llanto para conseguir lo que quiere. Se quede sin respirar unos segundos. Acudir al pediatra si: El episodio se acompaña de convulsión y/o pérdida de conciencia.
ESPINA BÍFIDA:
Recibe este nombre la falta de unión de alguna vértebra, generalmente de la zona inferior de la columna vertebral. La gravedad de esta anomalía congénita es variable, porque el nombre espina bífida engloba a todos los defectos de cierre de la columna vertebral. La espina bífida oculta consiste en múltiples vértebras que no se han fusionado, se observa en el 10% de las personas y no suele producir síntomas. Pero en algunas formas de espina bífida más severas se producen discapacidades muy graves. Aunque se desconocen sus causas, se cree que la deficiencia de ácido fólico desempeña un papel fundamental en los defectos del tubo neural, un conducto que aloja la médula espinal. Por eso, es necesario tomar suplementos de esta vitamina desde meses antes de quedarse embarazada. Dependen del nivel anatómico en que ocurre el defecto y si existe o no afectación medular. En el lugar de la malformación, se observa un bulto que puede contener pelos, grasa o pequeños vasos sanguíneos. Si no está afectada la médula espinal, no habrá síntomas neurológicos. Si por el contrario hay afectación medular, pueden existir problemas neurológicos en la parte inferior de las piernas, en la vejiga o en el recto. Suelen ser defectos visibles o insignificantes en el recién nacido. Sin embargo, el examen neurológico debe ser exhaustivo puesto que un pequeño porcentaje de recién nacidos con espina bífida presenta problemas neurológicos. Este defecto se puede diagnosticar prenatalmente mediante determinación de niveles de alfa-fetoproteína y acetilcolinesterasa en el líquido amniótico extraído por amniocentesis. Se ha demostrado que durante el embarazo las necesidades de ácido fólico aumentan de forman considerable. El tratamiento depende fundamentalmente de las malformaciones asociadas que pueden ser mínimas o muy graves, aisladas o múltiples. En los casos severos el tratamiento siempre será multidisciplinario y el pediatra será el coordinador del equipo. Existen asociaciones de pacientes con espina bífida que desarrollan una labor muy importante y a los que debemos dirigir a los niños y familiares con esta patología.
ESTENOSIS HIPERTRÓFICA DE PÍLORO:
La leche pasa del estómago al intestino a través de un orificio formado por músculos dispuestos en forma de círculo, por eso se denomina esfínter (la palabra deriva del griego y significa cierre). El píloro es el esfínter situado entre el estómago y el duodeno, que se abre y se cierra para dejar pasar la leche. Se produce por razones todavía desconocidas, varios días después del nacimiento, la hipertrofia de la musculatura que forma el píloro se hipertrofia, impide el paso del alimento hacia el intestino, la leche queda retenida en el estómago, que se dilata y expulsa su contenido hacia el exterior a través del cardias (orificio que separa el estómago del esófago). Entre los síntomas se pueden mencionare que a los 15 ó 20 de vida el bebé, generalmente varón y primogénito, comienza con vómitos alimenticios proyectivos, expulsados de forma violenta "en escopetazo", "a chorro", cada vez más abundantes (vomita más de lo ingerido) y numerosos, que se acompañan de hambre, pérdida de peso y estreñimiento. Si el problema no se soluciona el bebé se puede deshidratar (por pérdida de agua y electrolitos) y desnutrir (por falta de alimento). El pediatra orientará el diagnóstico valorando la edad de comienzo, las características de los vómitos y los síntomas acompañantes. La confirmación se realizará con una ecografía abdominal. El tratamiento es siempre quirúrgico mediante la realización de una intervención denominada pilorotomía extramucosa. Es normal que: El bebé vomite un poco después de cada toma o entre las mismas (regurgitación). Se debe acudir al Servicio de Urgencias o consulta con el pediatra si: Los vómitos son constantes y en "escopetazo". El niño pierde peso. El bebé hace menos pis, la piel está seca, los ojos están hundidos.
ESTRABISMO:
Es la incapacidad de alinear ambos ojos correctamente por lo que sólo se recoge la información a través de un ojo mientras que el otro permanece inactivo. La mayoría se inician en la primera infancia o son congénitos, por ello es importante su detección ya que si no se diagnostica a tiempo puede afectarse la visión. No se conoce con exactitud la causa. La mayoría de las veces es debido a un funcionamiento irregular de los músculos que regulan el movimiento de los ojos. La desviación de la mirada puede ser constante (los ojos siempre están torcidos), o intermitente (los ojos a veces están torcidos y a veces derechos). Además en el 50% de los casos existen antecedentes familiares. El signo más evidente es la desviación ocular, que se acompaña de alteraciones sensoriales (mala visión unilateral, visión doble, confusión), pero además, si no se diagnostica y consecuentemente no se trata adecuadamente, el estrabismo es la principal causa de ambliopía (agudeza visual disminuida u "ojo vago"). Es muy importante el diagnóstico precoz. El pediatra mediante una adecuada exploración ocular puede buscar un estrabismo después de los seis meses de edad porque hasta ese momento puede ser normal que los bebés bizqueen. Una forma de explorar el estrabismo a partir de esta edad es con el reflejo corneal: el niño mira hacia la luz emitida por una linterna a unos 30 cm. del rostro. Si el reflejo luminoso está bien centrado en ambos ojos, los globos oculares se encuentran alineados correctamente. Si no es así, existe una desviación del ojo afecto. Otro método de explorar el estrabismo es mediante el cover test aunque es difícil de realizar en el niño pequeño. Se coloca una mano delante de uno de los ojos del niño y, después, se aparta rápidamente. Si el ojo que ha permanecido tapado se mueve desde el interior hacia el exterior, se trata de estrabismo convergente. Si se desplaza hacia el interior, de estrabismo divergente. Si permanece fijo, perfectamente alineado con el otro, el niño no es estrábico. El método terapéutico más utilizado es la oclusión del ojo dominante (ojo sano), lo que obliga a la utilización del ojo desviado. El ritmo de oclusión depende de la edad, en general se mantiene hasta lograr la normalización visual (visión semejante en ambos ojos). También suelen recomendarse ejercicios especiales y, en determinados casos, cirugía. Es normal que: El niño bizquee durante los primeros seis meses. Parezca que en ocasiones desvía un ojo, porque la nariz es bastante ancha a la altura de las cejas y la piel de los párpados superiores es muy abundante. Por ello cuando el bebé vuelve los ojos hacia un lado, uno de ellos se oculta un poco bajo el ángulo interior de aquel lado y da la impresión de converger demasiado. Sin embargo cuando mira fijamente de frente se ve claramente que no presenta estrabismo. Se debe acudir al pediatra si: Consideras que la desviación es muy llamativa. El niño sigue bizqueando pasados los seis meses.
ESTREÑIMIENTO:
Es una dificultad en la evacuación espontánea y periódica de las heces del intestino grueso. Es una alteración tanto de la frecuencia como de la consistencia de las deposiciones. Se considera estreñimiento cuando el ritmo de evacuación del bebé o del niño es cada tres o cuatro días y las heces son duras, secas y escasas y aparecen como "bolitas". Suele ser más frecuente en los lactantes alimentados con biberón, por eso comienza a ser evidente cuando el niño deja la alimentación al pecho. Es un motivo frecuente de consulta sobre todo entre el primer año y los 4 años de edad. A partir del año de edad, cuando los niños comienzan a comer prácticamente de todo, el estreñimiento se hace más frecuente. En el 95% de los casos se debe a una alimentación inadecuada: dieta con escaso contenido en verduras y frutas, sustitución de la leche de continuación por la leche de vaca no modificada que estriñe más, exceso de carne, poca ingesta de agua, etc. El otro 5% se debe a otras causas: enfermedades inflamatorias, obstrucciones intestinales o a factores emocionales (ingreso en guardería, nacimiento de un hermano). Durante las primeras semanas de vida las heces de los bebés varían notablemente en función del tipo de alimentación que reciben. Los criados al pecho presentan deposiciones blandas o líquidas, en ocasiones mucosas, de un color que va del amarillo oro al verde guisante, de un olor no desagradable, y en un número extremadamente variable. Los niños alimentados al pecho materno tan normal es que realicen 10 a 15 deposiciones al día como 1 cada 4 ó 5 días. En los niños criados con biberón las deposiciones son menos frecuentes, con un olor más fuerte, y una mayor consistencia. Habitualmente cuando se pasa de la leche materna o simplemente al introducir ayudas, las heces son más duras, y el bebé tiene mayor dificultad para expulsarlas. Es decir, con este tipo de alimentación es más frecuente el estreñimiento. A cualquier edad, la mejor prevención es una alimentación adecuada y equilibrada. Los niños menores de un año deben de comer diariamente papillas de frutas y verduras y ofrecerles agua a lo largo del día. En los mayores de 1 año, además de lo recomendado anteriormente, es aconsejable que coman legumbres dos o tres veces por semana y papillas de cereales integrales. A partir de los dos años y medio, continuar con los hábitos dietéticos anteriores, evitar un consumo excesivo de derivados lácteos y beber abundante agua. Junto a ello, a partir de esta edad, es esencial inculcar el hábito de defecación regular, pero sin castigar nunca al niño y recompensar el esfuerzo y no el éxito. Para tratarla se debe en primer lugar debemos tener presente que el estreñimiento no constituye un peligro para la salud del niño por lo que no precisa de tratamientos ni medidas agresivas. Las medidas dietéticas deben ser prioritarias en el manejo del estreñimiento sea cual sea la edad del niño. En los bebés debemos favorecer la lactancia materna porque otra de sus innumerables ventajas es que no produce estreñimiento. No es conveniente endulzar los zumos ya que el azúcar además de aumentar el riesgo de caries y favorecer la obesidad, estriñe. En niños mayorcitos administraremos una dieta rica en fibra: verduras, legumbres, cereales y frutas, y evitaremos un consumo excesivo de derivados lácteos. Existen una serie de ejercicios muy adecuados para favorecer el tránsito intestinal: realizar el bebé suaves masajes circulares sobre la tripa y moverle las piernas como si estuviera andando en bicicleta. También da buenos resultados, cuando le cambias el pañal, mantenerle acostado boca arriba, y flexionar sus muslos sobre el abdomen.
No es recomendable recurrir a los supositorios de glicerina o a laxantes porque el intestino pierde su capacidad de reacción a los estímulos naturales. La glicerina además irrita la mucosa intestinal, lo que provoca molestias en el niño con lo que posteriormente puede retener las heces por temor al dolor. Estos procedimientos sólo se utilizarán con precaución y siempre bajo indicación del pediatra. Tampoco debe estimularse el ano con una ramita de perejil ni con el termómetro ni mucho menos con una cerilla. Consulta al pediatra si: Aparece sangre mezclada o recubriendo las heces.
F:
FARINGITIS:
Es una inflamación de la faringe, la parte de la garganta que se encuentra entre las amígdalas y la laringe. En la mayoría de los casos la causa es una infección, siendo los virus los que con mayor frecuencia la producen. Otras veces es consecuencia de un mecanismo alérgico o irritativo (respirar aire muy contaminado o humo del tabaco). Las faringitis infecciosas suelen cursar con fiebre, dolor de garganta y dificultad para tragar. La garganta se encuentra enrojecida y hay dolor e inflamación de los ganglios del cuello. Otros síntomas acompañantes son: malestar general, pérdida de apetito, náuseas, vómitos y dolor de estómago. El pediatra explorará al niño y con una mirada atenta a su garganta será capaz de establecer el diagnóstico. Si sospecha una faringitis estreptocócica (bacteria que precisa tratamiento antibiótico) solicitará una prueba rápida para confirmar el diagnóstico. El tratamiento de las faringitis víricas no requiere antibiótico, por lo que su objetivo será aliviar los síntomas. Se le administrarán antitérmicos si tiene fiebre, y analgésicos si presenta dolor. Como en cualquier enfermedad aguda, no se debe forzar la alimentación, sino que le daremos una dieta blanda y azucarada así como abundantes líquidos. Las faringitis bacterianas se tratan con antibióticos, que se deben administrar durante el período que indique el pediatra (habitualmente 10 días) aunque los síntomas hayan desaparecido rápidamente. Es normal que: el niño se queje de dolor de garganta.
No tenga apetito. Se debe acudir al pediatra o a urgencias si: La fiebre no cede bien con antitérmicos. Si tiene dificultad para respirar o babea.
FIMOSIS:
La imposibilidad de separar de manera completa el prepucio del glande del pene. Normalmente en todos los recién nacidos el orificio del prepucio (piel que recubre el glande del pene) es muy pequeño por lo que no debe hablarse de fimosis a esta edad. Puede ser congénita o bien secundaria a inflamación. El síntoma que se debe observar es que es imposible deslizar el prepucio y dejar al descubierto el glande. En los primeros años de la vida, unas sencillas maniobras realizadas por la madre durante el baño llevando suavemente el prepucio hacia atrás, evitando maniobras bruscas, suele ser suficiente. Cuando después de los 3 años no puede conseguirse el descenso del prepucio, se puede plantear la intervención quirúrgica que conviene demorar hasta los 5-6 años. En niños más pequeños sólo debe operarse cuando es causa de infecciones urinarias, o motivo importante de dificultad en la emisión de orina. Es normal que: Tenga fimosis hasta los dos o tres años. Acudir al pediatra o a urgencias si: Tiene irritación o mal olor. Se sospecha de la existencia de una infección urinaria.
G:
GASTRONETERITIS:
La inflamación de la mucosa del estómago se denomina gastritis, mientras que la de los intestinos se conoce como enteritis. Cuando son ambos órganos los afectados se produce una gastroenteritis, que es la irritación del conjunto del tracto digestivo. La pérdida del apetito y las nauseas, seguidas de diarrea, son los primeros síntomas de esta enfermedad. Luego se producen accesos de vómito, con diarreas acuosas, dolores en la barriga, fiebre y extrema debilidad. Suele desaparecer al cabo de 2 o 3 días. Está causada por una infección vírica, que se transmite con facilidad de una persona a otra por contacto individual, son mediación de alimentos ni bebidas. Las bebidas y los alimentos contaminados por microbios también pueden producir gastroenteritis, así como los alimentos que causan alergias (mariscos, carne de cerdo, los huevos, etc.). Otra causa posible de la enfermedad es la alteración de la flora bacteriana natural del tracto digestivo. También los antibióticos pueden tener un efecto parecido, ya que actúan sobre la población bacteriana intestinal, alterando su equilibrio natural. Para tratarla se debe guardar reposo en casa y beber gran cantidad de líquidos, para evitar la deshidratación. Durante las primeras 24 horas no se deben ingerir alimentos, y hay que tomar sólo agua, zumo de zanahoria o té; dos litros diarios, como mínimo, de líquido sin azúcar, ya que éste puede prolongar la diarrea., Manzanas, arroz blanco y pechuga de pollo son alimentos recomendados para el tratamiento.
GRIPE:
La gripe o influenza es una enfermedad aguda infecciosa de origen vírico que aparece cada año durante el otoño y el invierno. Pueden aparecer casos aislados, pero casi siempre se trata de una auténtica epidemia. Es muy contagiosa, se trasmite de unos a otros a través de las gotitas de saliva que expulsamos con la tos y los estornudos y que van cargadas de virus. Cada año, cambian los virus que provocan la gripe, por eso cada año nuestro organismo tiene que prepararse para afrontarla. La vacuna sólo está recomendada en niños con problemas graves como enfermedades del corazón, asma, diabetes, tumores, falta de defensas… y siempre que sean mayores de seis meses. Entre los síntomas se pueden mencionar: dolor de cabeza, molestias en los ojos, fiebre -que suele ser alta y permanecer elevada durante dos o tres días-, y dolor en todo el cuerpo, sobre todo en las piernas y la espalda. A las 24-48 horas se asocia congestión nasal, lagrimeo, estornudos, tos seca e irritativa y dolor de garganta y en el pecho. La mayoría de los síntomas desaparecen en cinco o seis días, aunque la tos y el cansancio duran unos días más. Para diagnosticarla no suelen ser necesarias pruebas de laboratorio para diagnosticar una gripe, que se distingue de un resfriado común por la fiebre alta y la intensidad del malestar. Además, la gripe es generalmente epidémica, lo que facilita su diagnóstico. No existe un tratamiento específico y al ser una enfermedad producida por un virus, los antibióticos no están indicados. Si el niño tiene fiebre puede administrarse paracetamol o ibuprofeno. Ofreceremos líquidos abundantes y una dieta blanda. No es necesario forzarle a permanecer en la cama, él mismo buscará el reposo durante la fase aguda de la enfermedad. Es normal que: El niño esté dos o tres días con fiebre. Esté decaído y cansado o llorón e irritable. No tenga apetito. Acude al pediatra o a urgencias si: La fiebre no cede con antitérmicos. Se acompaña de otros síntomas como vómitos o rigidez de nuca. La fiebre se acompaña de manchas en la piel.
H:
HEPATITIS:
Es la inflamación del hígado que puede estar producida por diversas causas. Esta enfermedad puede ser: aguda, en el caso que dure menos de 6 meses; crónica, si persiste más de 6 meses, o fulminante, si pone en riesgo la vida del enfermo. En algunos casos puede provocar daño hepático permanente. Las hepatitis víricas están producidas por una gran variedad de virus, pero los más comunes son el A, B, C, D y E.
• Hepatitis A: se transmite debido a una mala higiene, por agua y alimentos contaminados. En líneas generales, suele ser benigna y sin complicaciones. Algunas veces aparecen brotes en colegios y guarderías, pero casi siempre los síntomas incluso pasan desapercibidos para los propios contaminados.
• Hepatitis B: se transmite por sangre (transfusiones contaminadas, intercambio de jeringas en la drogadicción, relaciones sexuales sin protección, de madre a hijo en el embarazo). Las personas sometidas a diálisis renal tienen mayor riesgo de contraer hepatitis B. Es más peligrosa que la A porque puede evolucionar a una hepatitis crónica. En España, se vacuna masivamente a todos los niños, con lo que se estima que su prevalencia bajará significativamente.
• Hepatitis C: causa el 80% de las hepatitis que se contagian por transfusión de sangre y también se transmite por jeringas contaminadas. Este virus causa hepatitis crónica y con menor frecuencia, cirrosis y cáncer hepático. Existen personas sanas portadoras crónicas del virus C.
Los síntomas que aparecen a menudo se pueden confundir con un cuadro gripal o una mononucleosis. Suele comenzar con inapetencia, malestar general y decaimiento, vómitos, fiebre, dolor e indigestión abdominal, alteración del sentido del gusto. Pasados unos días, el color de la orina se oscurece y aparece ictericia (tono amarillento de la piel) en las mucosas y alrededor de los ojos. El pediatra notará aumentado el tamaño del hígado con una palpación, entonces se realizará un análisis de sangre para confirmar la existencia de esos virus. En la mayoría de los casos, la hepatitis no requiere tratamiento y el enfermo se repone totalmente en un mes o dos. Después de los primeros días, la persona se siente mejor y no necesita hacer reposo, ni seguir dietas restringidas ni tomar suplementos vitamínicos. Es importante saber que, cuando se tiene esta enfermedad, uno puede convertirse en portador del virus aunque no tenga ningún síntoma con lo cual puede contagiar la enfermedad.
HERNIA INGUINAL:
Es un "bulto" blando y elástico que aparece en la zona de la ingle. Es más frecuente en varones y en el lado derecho. Se produce cuando el conducto inguinal permanece permeable. En este caso, puede aparecer en esta región un bulto que contiene un asa del intestino. Se aprecia, muchas veces desde el nacimiento, la existencia de un bulto más o menos grande en la zona de la ingle. Habitualmente la hinchazón aparece y desaparece, va y viene, particularmente cuando el bebé llora. Generalmente no le produce dolor ni siquiera molestias. Cuando el niño está tranquilo el bulto se reduce con facilidad incluso de forma espontánea. El pediatra efectúa el diagnóstico en la consulta mediante la palpación del bulto, no siendo necesario ningún otro examen.
Las hernias inguinales de pequeño tamaño pueden regresar espontáneamente en los primeros 5-6 meses de vida. Transcurrido este tiempo la posibilidad de curación espontánea no es posible. Por ello, incluso el niño de pocos meses, que podría curarse por sí solo, debe ser intervenido, porque la espera lo expone al peligro de que la hernia se "estrangule". El riesgo de que una hernia se estrangule es mayor cuanto más pequeño sea el niño. El niño de 2-3 años, sin embargo puede esperar sin correr graves riesgos, pero tendrá que ser intervenido siempre. La operación es sencilla y los niños se recuperan muy pronto. Acude al pediatra o a urgencias si: El bebé está irritable, llora y vomita. Si la madre observa que la que la hernia es más voluminosa de lo habitual, la piel que la recubre presenta una tonalidad rojiza y la tumefacción no se reduce
HERNIA UMBILICAL:
Es un "bulto" blando y elástico que aparece en la zona de la ingle. Es más frecuente en varones y en el lado derecho. Se produce cuando el conducto inguinal permanece permeable. En este caso, puede aparecer en esta región un bulto que contiene un asa del intestino. Se aprecia, muchas veces desde el nacimiento, la existencia de un bulto más o menos grande en la zona de la ingle. Habitualmente la hinchazón aparece y desaparece, va y viene, particularmente cuando el bebé llora. Generalmente no le produce dolor ni siquiera molestias. Cuando el niño está tranquilo el bulto se reduce con facilidad incluso de forma espontánea. El pediatra efectúa el diagnóstico en la consulta mediante la palpación del bulto, no siendo necesario ningún otro examen. Las hernias inguinales de pequeño tamaño pueden regresar espontáneamente en los primeros 5-6 meses de vida. Transcurrido este tiempo la posibilidad de curación espontánea no es posible. Por ello, incluso el niño de pocos meses, que podría curarse por sí solo, debe ser intervenido, porque la espera lo expone al peligro de que la hernia se "estrangule". El riesgo de que una hernia se estrangule es mayor cuanto más pequeño sea el niño. El niño de 2-3 años, sin embargo puede esperar sin correr graves riesgos, pero tendrá que ser intervenido siempre. La operación es sencilla y los niños se recuperan muy pronto. Acude al pediatra o a urgencias si: El bebé está irritable, llora y vomita. Si la madre observa que la que la hernia es más voluminosa de lo habitual, la piel que la recubre presenta una tonalidad rojiza y la tumefacción no se reduce.
HERPANGINA:
Es una enfermedad que suele ocurrir con frecuencia en épocas de verano, y que se caracteriza por lesiones vesiculosas y ulcerativas en la boca de los niños, afectando el paladar (lengua), la faringe, las amígdalas, etc. El niño, menor de 5 años, podrá presentar fiebres altas, vómitos, diarrea, dolor de garganta y babeo abundante. La duración de estos síntomas es de 2 a 7 días, aproximadamente. Esta enfermedad es causada por varios tipos de virus. El diagnóstico es clínico y el período de incubación es de 2 a 7 días. El tratamiento es sistomático y consiste en el uso de antipirético, ingestión abundante de líquidos y alimentos blandos, fríos y dulces como la gelatina, el yogurt y los helados. Los antibióticos son recomendables solo en los casos de complicaciones del tipo bacteriano. En todo caso, con la debida asistencia médica se obtendrá el cuadro clínico del niño adecuado.
HERPES:
Es una infección viral frecuente que se presenta en dos variedades: El tipo I, la más común, tanto en niños como adultos, produce lesiones dolorosas alrededor de la boca en forma de aftas (calenturas). Es natural que cuando se presente este tipo de infección el niño pierda el apetito, debido a las lesiones que comienzan en una zona enrojecida y abultada, que se abre y deja salir un líquido opalescente. Después se forma una costra. El tipo II, el Herpes Zoster, afecta, sobre todo, a adultos y es más frecuenta en las zonas genitales. Los episodios de recurrencia del Herpes virus no producen síntomas generales como fiebre. Se limita apenas a la zona afectada. Esta enfermedad es producida por el virus Zoster, el mismo que produce también la varicela. El virus queda alojado en las células de los ganglios nerviosos sensitivos que inervan esa región y puede reactivarse ante situaciones de stress, bajas defensas (en niños), fiebre, exposición al sol, menstruación (en adolescentes). Para el tratamiento se debe consultar primero al médico. Todo el tratamiento está dirigido a disminuir la duración de la etapa aguda que normalmente dura 1 semana, a través del uso de un jarabe o comprimido que tienen la capacidad de disminuir notablemente la duración de los síntomas. Lo que no se debe ignorar es que el proceso puede repetirse muchas veces en la vida. Las cremas antivirales no son efectivas. Y los antibióticos serán indicados por el médico solo en casos de grandes infecciones.
I:
ICTERICIA:
Es una coloración amarilla de la piel, de las mucosas y de la conjuntiva debida al aumento de bilirrubina (producto de degradación del glóbulo rojo) en la sangre. La ictericia puede ser la primera manifestación de una enfermedad y por tanto si el bebé presenta ictericia deberemos llevarle al pediatra para que inicie el estudio, a no ser que se trate de la ictericia fisiológica del recién nacido, que es al proceso al que nos vamos a referir en este apartado. Durante los primeros días de la vida las funciones del hígado no están totalmente maduras y no es capaz de depurar toda la bilirrubina que le llega por la masiva rotura de los glóbulos rojos que ocurre normalmente después del nacimiento. Como consecuencia aumenta su concentración en sangre y es visible a través de la piel y de las mucosas. La ictericia no está presente en el momento del nacimiento, comienza a partir del segundo-cuarto día de vida y alcanza el máximo entre el 3º y el 7º día de vida. Habitualmente desaparece hacia el 10º día. El neonatólogo del Hospital vigilará la aparición y la evolución de la ictericia y se encargará de efectuar los controles necesarios para determinar los valores de bilirrubina. Depende de los días de vida, de la edad de gestación y de la cantidad de bilirrubina. Los neonatólogos valorando todos los datos indicarán el tratamiento más oportuno: pondrán al niño bajo una luz especial (fototerapia) que hace que el pigmento sea destruido y eliminado más fácilmente. Acude a Urgencias o consulta con tu pediatra si: La ictericia dura más de 10 días. Se acompaña de heces de color blanco. El bebé presenta un abdomen muy abultado.
INFECCIÓN URINARIA:
Es una infección que afecta al tracto urinario que incluye los riñones, los uréteres y la vejiga. Su diagnóstico y el tratamiento precoz y correcto son muy importantes ya que en caso contrario, puede dejar consecuencias a largo plazo como cicatrices renales o insuficiencia renal. Los gérmenes habitan en el tubo digestivo y alcanzan el tracto urinario por vía sanguínea o por vía ascendente. Esta situación es más frecuente en las niñas debido a la proximidad del ano y la uretra. También pueden existir malformaciones o anomalías de las vías urinarias que favorecen las infecciones. Dependen de la edad del niño y de la localización de la infección. Los recién nacidos y bebés durante los primeros meses pueden tener como único síntoma fiebre, irritabilidad y rechazo del alimento. En niños mayorcitos, los síntomas urinarios de vías bajas (cistitis) se manifiestan por micciones frecuentes y dolorosas. La infección urinaria de vías altas (píelo nefritis) se presenta con malestar general, fiebre alta y dolor abdominal y en la fosa renal del riñón afecto. Para diagnosticar la infección urinaria, sobre todo en el bebé, es importante pensar en ella. El pediatra ante un lactante con fiebre sin motivo aparente, realizará un análisis de orina que le permitirá obtener unos datos sugestivos de infección del tracto urinario. Para confirmar dicha sospecha, es necesario realizar un cultivo de orina, recogiendo la orina en las mejores condiciones de higiene para evitar que se contamine y nos den resultados falsamente positivos. Si las manifestaciones clínicas sugieren una píelo nefritis (inflamación del riñón) el pediatra indicará además análisis de sangre y una ecografía abdominal. El tratamiento debe ser lo más precoz posible y dependerá de la localización de la infección y de la edad del niño. Se recomienda ingreso y tratamiento hospitalario en niños menores de 1 año con infección del tracto urinario. Así mismo, las píelo nefritis deben ser tratadas en el Hospital durante la fase aguda de la enfermedad. Las infecciones de vías urinarias bajas, en niños mayores de 1 año, una vez recogida la muestra de orina para cultivo, pueden tratarse en su domicilio, con el antibiótico indicado por su pediatra. Es normal que: Durante el primer-segundo día del tratamiento el niño continúe con fiebre, y molestias al hacer pis. Se debe acudir al pediatra o a urgencias si: La orina tiene un aspecto sanguinolento. La fiebre no cede con el antitérmico o persiste a las 24-36 horas
de iniciado el tratamiento antibiótico. Se sospecha de una infección de orina y el niño es menor de un año.
M:
MENINGITIS:
Son enfermedades debidas a la inflamación de las meninges, que son las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. El diagnóstico de meningitis crea habitualmente una situación de alarma en la familia, en la guardería y en la escuela a la que acude regularmente el niño, a pesar de que existe un tratamiento eficaz. La causa más común de la inflamación de las meninges es de origen infeccioso. Bacterias, virus u otros gérmenes procedentes de un foco cercano o a través de la sangre son capaces de alcanzar las meninges y causar su inflamación. Entre las meningitis bacterianas la más frecuente en nuestro medio es la producida por el meningococo. Desde la introducción de la vacuna frente al meningococo A y C, el tipo más frecuente es el B para el que actualmente no se dispone de vacuna eficaz. La meningitis por Haemophillus influenzae es actualmente rara debido a que se dispone de vacuna frente a esta bacteria, y la meningitis por Streptococus pneumoniae es poco frecuente. Las meningitis víricas son leves, y las meningitis tuberculosas, afortunadamente poco frecuente, son por el contrario, más graves. Los cuatro síntomas clásicos de las meningitis son: fiebre, vómitos, dolor de cabeza y rigidez de nuca. En los niños pequeños (menores de 1 año) los síntomas no son tan típicos. El dolor de cabeza lo manifiestan en forma de irritabilidad, llanto agudo o decaimiento. La fontanela puede estar abombada y/o el bebé es incapaz de mantener la cabecita levantada (se le cae hacia atrás). Los vómitos son proyectivos ("a chorro") y presenta afectación del estado general y fiebre elevada. Es muy importante observar si aparecen manchas en la piel. En este caso es necesario llevar inmediatamente al niño al Hospital. La meningitis bacteriana es una enfermedad grave y en ocasiones de evolución rápida y fulminante afectando al sistema de coagulación por lo que hay que instaurar el tratamiento de forma urgente. Por ello, ante la mínima sospecha es necesario llevar inmediatamente al niño al Hospital. La confirmación diagnóstica se establece con el análisis de una pequeña cantidad de líquido extraído de la médula espinal mediante una punción lumbar. Las personas que hayan tenido contacto estrecho con un niño con meningitis bacteriana en el hogar, guardería o en la escuela presentan un alto riesgo de contagio, por lo que está indicada la profilaxis antibiótica con un antibiótico (Rifampicina) durante 2 días. El pediatra dará las indicaciones terapéuticas oportunas para cada tipo de meningitis. El tratamiento de las meningitis se realiza en los hospitales o clínicas. Actualmente se disponen de antibióticos que han mejorado notablemente la evolución y el pronóstico de la enfermedad, siendo excepcionales las secuelas. Las meningitis virales, no precisan antibióticos pero habitualmente permanecen 1ó 2 días en el Hospital hasta que mejoren los síntomas. Se debe acudir al servicio de urgencias o consultar inmediatamente al tu pediatra si: El niño tiene fiebre y aparecen manchas de color violáceo en la piel. El niño está decaído o tiene mal aspecto. La fiebre no cede con antitérmicos. El niño tiene rigidez en el cuello.
MUERTE SÚBITA DEL LACTANTE:
Es la muerte repentina de un bebé aparentemente sano. Constituye la primera causa de mortalidad en el primer año de vida, excluyendo el periodo peri-natal. Su incidencia es de 2 por cada 1000 recién nacidos vivos. El riesgo de muerte súbita es más elevado entre los 2-4 meses de vida y entre la media noche y las 9 de la mañana. La causa continua siendo una incógnita, probablemente se debe a múltiples causas. Los estudios epidemiológicos demuestran que existen factores ambientales, genéticos y sociales relacionados con la madre y el propio niño. Las estadísticas demuestran que la mayoría de los casos ocurren mientras los niños están durmiendo y especialmente si lo hacen boca abajo. Otros grupos de riesgo son los bebés prematuros, recién nacidos de bajo peso, falta de atención prenatal, hijos de madres fumadoras y niños que necesitaron respirador artificial al nacer. Así mismo las familias con un caso previo de muerte súbita del lactante, presentan un riesgo 4-5 veces más elevado de lo habitual de que el hijo o hijos siguientes sufran una muerte súbita del lactante. Las recomendaciones para evitar este tipo de enfermedad son:
1. Acostar al bebé durante el primer semestre de vida boca arriba o de costado, nunca boca abajo (excepto por contraindicación médica).
2.
3. Evitar el tabaquismo materno durante el embarazo y la lactancia.
4. Evitar el tabaquismo en el entorno del bebé.
5. Evitar el exceso de calefacción y de ropas/prendas de abrigo (temperatura ideal = 20º C).
6. Desaconsejar que el bebé duerma en la misma cama que los padres.
7. Fomentar la lactancia materna (primeros seis meses).
N:
NEUMOCOCO:
El neumococo o Streptococcus pneumoniae es una bacteria capaz de producir
enfermedades muy graves, en especial a los niños de corta edad, cuyo
sistema inmunológico no está preparado para combatirlo. Las infecciones neumocócicas son una importante causa de morbilidad, hospitalización y muerte en el mundo, siendo una de las diez causas principales de mortalidad en los países desarrollados y representa el 40% de las muertes por neumonía en los niños menores de cinco años. Aunque la nariz y la garganta son el hábitat natural del neumococo, éste puede alojarse en cualquier parte del organismo y dependiendo del lugar donde se sitúe, produce diferentes enfermedades. Desde la garganta puede pasar a la sangre, causando diferentes tipos de enfermedad invasora:
• Meningitis: es la más grave, por su elevada mortalidad y sus importantes
secuelas. Los síntomas son elevada fiebre, somnolencia, vómitos muy
característicos ("en escopetazo"), dolor de cabeza y rigidez de cuello, etc.
• Bacteriemia sin foco: es una infección de la sangre, puede comenzar a partir de una neumonía y diseminarse por el organismo. Su síntoma principal es la fiebre alta, sin que ésta se asocie a otros signos identificables con otra enfermedad.
Cuando el neumococo se expande desde la garganta a las vías respiratorias
produce:
• Neumonía: infección de los pulmones que afecta a los alvéolos y a los tejidos circundantes, y especialmente grave en niños menores de 2 años. Los síntomas más comunes son sudores, temblores, resfriado, tos, fiebre y congestión de pecho.
• Otitis media aguda: Infección que se produce en el oído medio, de la que el neumococo es responsable de la mitad de los casos que se producen en niños.
Los síntomas incluyen dolor de cabeza, fiebre y dolor de oídos. En los niños, un constante zumbido en los oídos puede ser señal de otitis media aguda.
• Sinusitis: Inflamación de los senos nasales y paranasales, causada por una infección bacteriana. Las manifestaciones más comunes son fiebre, mucosidad y tos.
El neumococo se encuentra frecuentemente en la nariz y en la garganta de niños y adultos sanos. Aunque no todos los individuos son portadores de esta bacteria, aquellos que sí son portadores pueden infectar a otras personas por vía aérea. El neumococo puede afectar a cualquier niño sano en especial con edades comprendidas entre los 2 meses y los 5 años. Como este germen se transmite
fácilmente a través de estornudos, besos, contacto personal, etc., la asistencia a guarderías incrementa el riesgo de contagio. También aquellos niños que padecen otitis repetidas presentan un alto riesgo de contraer una infección neumocócica. Las secuelas más frecuentes de las enfermedades neumocócicas en los niños, especialmente la meningitis, pueden ser muy importantes: retraso psicomotor, hidrocefalia, parálisis facial, pérdida de audición y ceguera, etc. Conviene destacar que la meningitis por neumococo posee el índice de mortalidad más elevado de todos los tipos de meningitis y es la que más graves secuelas deja en el niño. Tradicionalmente, las enfermedades neumocócicas han sido tratadas con penicilina. Sin embargo, en los últimos años se ha observado un alarmante incremento de las resistencias del neumococo a este antibiótico. Este dato representa un importante problema a tener en cuenta por el médico a la hora de establecer un tratamiento. Debido al difícil tratamiento de estas enfermedades, la vacunación es la única terapia preventiva eficaz y duradera frente a las enfermedades neumocócicas.
NEUMONÍA:
Es una inflamación aguda del pulmón. El inicio de la neumonía viral se caracteriza por un cuadro previo de catarro en las vías superiores, con rinitis, fiebre o febrícula apareciendo posteriormente el compromiso de la vía respiratoria inferior con dificultad respiratoria y aumento de la frecuencia respiratoria. Por su parte la neumonía bacteriana se caracteriza por un inicio repentino con fiebre, dificultad respiratoria, dolor toráxico y regular estado general del paciente. Los gérmenes varían según la edad del paciente. No es lo mismo una neumonía en un niño de 2 meses que en uno de 2 años o en un adolescente. La mayoría de los casos son de causa infecciosa. Los microorganismos más comunes son los virus respiratorios entre los que se destacan el Sincitial Respiratorio, el Adenovirus (más severo), etc. A su vez existen otras causas infecciosas como las bacterianas menos frecuentes pero suelen ser más graves. Otro tipo de neumonía son las denominadas Neumonías Atípicas (producidas por Hycoplasmas) que puede presentarse en aproximadamente 30 % de los niños mayores de 5 años. Para el tratamiento de esta enfermedad se recomienda buena hidratación del paciente, el uso de nebulizadores (con o sin gotas, dependiendo de la presencia de obstrucción bronquial), uso de determinados antibióticos que se deben ajustar tanto en dosis como edad para su elección. El uso de antitusivos no es recomendado ya que pueden cortar el reflejo de defensa que da la tos y empeorar el cuadro del paciente, al no toser no se eliminan las secreciones quedando retenidas y produciendo un factor más para empeorar la salud del paciente. Hay que dejar en manos profesionales la elección del antibiótico a usar y no automedicar un proceso pulmonar.
O:
OBESIDAD EXÓGENA:
Es un aumento excesivo de grasa corporal. Hay que diferenciar dos conceptos, el sobrepeso y la obesidad propiamente dicha. El sobrepeso es simplemente el exceso de peso (un 10-20/% de lo que corresponde a la talla de la edad del niño). Se considera obesidad cuando el peso es más del 20% del que corresponde a la talla para la edad del niño. No existe una causa única de obesidad. La causa más frecuente es la obesidad exógena, debida a una ingesta excesiva de calorías frecuentemente unida a una actividad física disminuida. Existe además una predisposición genética, de forma que es más fácil ser obeso cuando ambos padres son obesos. Los síntomas más frecuentes de la obesidad exógena, aparte del aspecto físico, no suelen producir trastornos ni complicaciones. Se diagnostica mediante una exploración física y métodos clínicos especiales para valoración de la obesidad, siendo los más utilizados la medición de los pliegues cutáneos. Son también muy útiles los métodos que comparan los percentiles de peso y talla (índice de Quetelet). Mediante una exploración física y métodos clínicos especiales para valoración de la obesidad, siendo los más utilizados la medición de los pliegues cutáneos. Son también muy útiles los métodos que comparan los percentiles de peso y talla (índice de Quetelet). El tratamiento de la obesidad es complejo y comprende fundamentalmente tres medidas. La primera es la motivación. Es necesario que el niño comprenda y se responsabilice de la necesidad y de la importancia de la pérdida de peso. Así mismo todos los miembros de la familia deben colaborar y participar para conseguir dicho objetivo. La segunda medida importante es la restricción calórica. Sin embargo, en la edad pediátrica debemos tener muy presente que la dieta debe aportar las calorías necesarias para mantener un ritmo normal de crecimiento. En el caso de un lactante o un niño obeso, el pediatra si lo considera necesario, establecerá una dieta pero siempre aportando al bebé o al niño la cantidad y la proporción de los alimentos precisos para mantener una adecuada velocidad de crecimiento. Otro aspecto importante, cuando la edad del niño lo permita es realizar una actividad física regular tanto rutinaria (no usar ascensores, ir caminando al colegio) como programada (hacer deporte, ballet, gimnasia, etc.). Nunca está indicado administrar a los niños medicamentos para disminuir el apetito ni para reducir peso
OTITIS MEDIA AGUDA:
Las enfermedades del oído son muy frecuentes en el niño. El oído está formado por el oído externo que comprende la oreja y el conducto auditivo, el tímpano que lo separa del oído medio, el oído medio y el oído interno. La otitis media aguda es una inflamación de la mucosa que recubre las cavidades del oído medio. Es particularmente frecuente en niños menores de 1 año, con una mayor incidencia en los meses fríos, como el resto de las infecciones respiratorias. La otitis del oído medio, es consecuencia de una complicación de un catarro de vías altas. Existen unos factores predisponentes como una mayor frecuencia de infecciones respiratorias de vías altas sobre todo en bebés que asisten a guarderías, un aumento de tamaño de las adenoides (vegetaciones), una incorrecta función de la trompa de Eustaquio lo que permite el paso de secreciones nasales al oído medio. Otro factor favorecedor es la contaminación por humo de tabaco. El curso habitual es el de un niño con un catarro de vías altas que de forma brusca comienza con fiebre, dolor de oídos que el niño lo expresará de diversa manera en función de su edad. Los bebés se mostrarán irritables, moverán la cabeza hacia los lados y habitualmente rechazarán el pecho o el biberón porque les duele al deglutir. La otorrea (salida al exterior de exudado de oído medio) indica la existencia de infección en el oído medio pero no siempre está presente. El pediatra mediante el empleo del otoscopio (aparato con el que se puede ver el interior del canal auditivo y la membrana timpánica) establecerá el diagnóstico al visualizar las distintas lesiones características de la inflamación e infección del oído medio. El pediatra, ante una otitis media aguda indicará la administración de antibióticos que serán distintos en función de la edad del niño. Además del tratamiento antiinfeccioso, la otitis es un proceso doloroso por lo que es obligado administrar analgésicos como paracetamol o ibuprofeno hasta que ceda el dolor y/o la fiebre. El uso de gotas instiladas tópicamente en el oído están desaconsejadas, sobre todo si la membrana timpánica está perforada o sospechamos que pueda perforarse próximamente. Es normal que: Tenga algunas décimas de fiebre. Se debe acudir al pediatra si: Supura el oído. La fiebre persiste después de 24-36 horas de iniciado el antibiótico.
OXIURIASIS:
Es una infección muy común en los niños. El niño tendrá poco apetito, estará irritable, presentará problemas durante el sueño y molestias por prurito anal, nasal, etc. Suele acompañarse de prurito en el área de los genitales originando irritación e inflamación secundaria al rascado. En las niñas puede causar vulvovaginitis. Esta infección es causada por el parásito que se llama Enterobius Vermicularis u Oxiurius. Los gusanos inmaduros se localizan en el intestino delgado, mientras que los adultos se localizan en el intestino grueso. Las hembras grávidas son las que migran hacia fuera y depositan sus huevos en las márgenes del ano y sus proximidades. La forma de contagio es a través de los huevos larvados por ingestión o inhalación de los mismos. Se diseminan en los diferentes ambientes del hogar, sobre todo en dormitorios y baños, contaminan los objetos, alimentos, aguas y piscinas. El tratamiento será aplicado después de confirmado el diagnóstico que se basa en la investigación del parásito en las heces. Se recomienda la recolección de la muestra durante la mañana cuando el paciente se acaba de levantar y antes de lavarse. El tratamiento consiste en el uso de medicación antiparasitaria. Se realiza una vez por semana. El tratamiento de este cuadro debe incluir también a los que conviven con el niño enfermo.
P:
PAPERAS (PAROTIDITIS):
Una infección vírica que produce la inflamación dolorosa de las glándulas salivares, habitualmente las parotídeas, que se encuentran en las mejillas, entre la oreja y la mandíbula. Desde que se vacuna sistemáticamente a todos los niños a la edad de 15 meses, su incidencia ha disminuido considerablemente. Está producido por un virus que se transmite principalmente por contacto con las secreciones respiratorias y la saliva. El periodo de contagio se puede producir desde 48 horas antes de que aparezcan los síntomas hasta que desaparezca la inflamación. Produce inflamación, hinchazón y dolor de las glándulas parótidas. Las glándulas están duras y duelen al masticar o al tragar. La fiebre es variable, puede estar ausente o alcanzar los 40ºC. Frecuentemente existe dolor de cabeza o de garganta. No hay ningún medicamento que elimine el virus o impida que se multiplique. Se deben dar analgésicos o antiinflamatorios para el dolor. No es necesario permanecer en la cama pero los niños no deben ir al colegio hasta finalizado el periodo de contagio. Se debe acudir a urgencias o consultar al pediatra si el niño presenta: Vómitos o dolor abdominal persistente. Dolores fuertes de cabeza que no se calman con paracetamol. Dolor o hinchazón testicular.
PARÁSITOS INTESTINALES:
Son organismos vivos que viven a expensas de otros, que se denominan huéspedes. Los parásitos, conocidos también como "lombrices", pueden producir enfermedades en el hombre. Con frecuencia se les responsabiliza de muchas manifestaciones, aunque esta relación no siempre puede ser demostrada. Los más frecuentes son los oxiuros, son pequeñas lombrices de menos de 1 cm. Son más frecuente en niños en edad preescolar y escolar, incluso con higiene adecuada. La hembra deposita sus huevos durante la noche alrededor del ano. Los huevos se esparcen por la ropa interior, sábanas, juguetes y manos del niño. A partir de estos lugares son nuevamente ingeridos por el niño originando nuevas reinfestaciones. Los áscaris, son gusanos cilíndricos de 15 a 20 cm. que se instalan también en el aparato digestivo y se contagian al comer la tierra infectada por los huevos. Las hembras pueden llegar a poner 200.000 huevos al día, que se eliminan con las heces. La giardia lamblia, es un protozoo, que habita en el intestino y su reservorio natural es el hombre. La edad de máxima incidencia se sitúa entre los 2 y los 6 años de edad y es especialmente frecuente en niños que asisten a guarderías, por la transmisión persona a persona. Los síntomas en el caso de los oxiuros el síntoma más característico es un intenso picor en la zona anal, sobre todo durante la noche, lo que obliga al niño a rascarse produciendo una dermatitis en la zona perianal. Además el niño presenta un sueño intranquilo y se despierta con frecuencia. En ocasiones es posible ver pequeños los oxiuros en las heces o en las márgenes del ano. Las ascaridiasis habitualmente no producen síntomas, aunque en ocasiones aparecen determinados trastornos: molestias abdominales, tos, febrícula, erupciones en la piel, etc. En el caso de la giardia lamblia las manifestaciones son muy diversas: en muchos casos no produce síntomas, mientras que en otros puede ser causa de dolor abdominal, de episodios de diarrea aguda, de urticaria, etc. Para el diagnóstico se debe de ver los oxiuros en las heces. Si no fuese así se debe recoge una muestra aplicando cinta adhesiva o celo en las márgenes del ano, nada más levantarse el niño por la mañana y enviarla al laboratorio.
El diagnóstico:
• El diagnóstico de los áscaris se establece mediante la identificación del parásito o de sus huevos en las heces.
• El diagnóstico de la giardia lamblia se realiza con el examen parasitológico de las heces.
El tratamiento:
• Oxiuros: En el tratamiento se emplean medicamentos antiparasitarios específicos, pero es importante administrarlos simultáneamente a toda la familia, para que el tratamiento sea eficaz. Así mismo, para conseguir buenos resultados es necesario adoptar medidas de higiene general: lavados frecuentes de manos y cepillado de uñas, sobre todo al levantarse, cambio frecuente de ropa interior y de sábanas que deben ser hervidas. Es recomendable desinfección de los utensilios del baño y de los juguetes y la eliminación del polvo de las habitaciones ya que pueden vehiculizar huevos.
• Áscaris: Existen medicamentos específicos para su tratamiento y erradicación.
• Giardiasis intestinal: Existen distintos fármacos de los que el pediatra seleccionará el más adecuado para cada edad.
PIE DE ATLETA:
Es una infección de los espacios interdigitales y de la planta del pie producida por hongos. No es muy frecuente en niños pequeños, sino en los más grandecitos. En el cuadro es característica la presencia de dolor a la presión de la región, la picazón y el mal olor persistente. Los pacientes frecuentemente presentan afectados sus dos pies y una mano. Es causada por hongos, a través de algunos factores predisponentes como calzados cerrados, duchas, piscinas, ambientes cálidos y húmedos, cuadro clínico, provocando lesiones que van desde pápula a vesículas y ampollas que pueden presentar pus. El tratamiento debe basarse en la buena higiene del pie, el secado adecuado del mismo, uso de sandalias en duchas públicas (camping, clubes, hoteles, etc.). El pediatra será el encargado de indicar en caso de necesidad el tratamiento específico.
POLIOMELITIS:
Es una enfermedad viral aguda, cuya gravedad varía desde una infección sin síntomas hasta una enfermedad febril inespecífica, meningitis aséptica, enfermedad paralítica y muerte. Es trasmitida por contacto directo. El virus se transmite por vía fecal oral. El virus del polio se multiplica en el sistema nervioso central y provoca una parálisis severa causando deformaciones de los miembros con atrofiamiento de los músculos. Puede causar la muerte. El polio se encuentra en todo el mundo, pero es más frecuente en países en desarrollo. Es producida por los poliovirus (género de enterovirus) tipo 1, 2 y 3: Todos ellos causan parálisis, el más frecuente aislado en casos de parálisis es el tipo 1, siendo a menudo el responsable de las epidemias. El tipo 3 es el de menor frecuencia. En el tratamiento existen dos tipo de vacunas, la inyectable que es el virus inactivo y la oral que es el virus vivo. Ambas requieren dos dosis, tres para niños con intervalos de un mes. Un refuerzo después de un año y luego cada 10 años y 5 para los niños.
R:
RINITIS:
Es una infección aguda de las vías respiratorias altas (nariz, ojos y garganta) que pueden presentar los niños en cualquier época del año pero especialmente en invierno y en primavera. Es la enfermedad más frecuente en los niños y una de las principales causas de absentismo escolar. Es muy contagiosa, capaz de pasar de un niño a otro con una gran facilidad. Los niños de 1 a 6 años presentan de seis a ocho catarros al año y esta frecuencia es mucho más alta en los niños que acuden a guardería. La inmensa mayoría de las veces está producida por un virus. Hay más de 150 ó 200 virus que pueden causar el resfriado. Los virus presentes en las secreciones nasales pasan a otros niños fundamentalmente a través de los estornudos y la tos o de la saliva que permanece en los objetos que los niños pequeños se llevan a la boca. El periodo de contagio se inicia 48 horas antes de que comience la sintomatología y la duración de la enfermedad suele ser de 7 a 10 días. Los síntomas dependen de la edad del niño. Los bebés menores de 3 meses, presentan dificultades para la alimentación y para conciliar el sueño debido a la obstrucción nasal. Los niños entre 3 meses y 3 años habitualmente tienen fiebre, irritabilidad y estornudos. A las pocas horas se asocian mocos, obstrucción nasal y tos. La tos puede impedir que coman o duerman bien. Más raramente tienen problemas intestinales (vómitos o diarrea). Los niños mayores de 3 años presentan irritación y obstrucción nasal, dolor de garganta, tos, lagrimeo e irritación ocular, y en ocasiones algo de fiebre y malestar general. No existe un tratamiento específico. De hecho los médicos dicen que un catarro con medicamentos dura siete días y sin medicamentos una semana. Solamente se puede actuar mejorando los síntomas. Para la obstrucción nasal se recomienda lavados nasales con suero fisiológico y para la fiebre, antitérmicos. Es aconsejable beber muchos líquidos e ingerir una dieta blanda. Al ser una enfermedad producida por virus, tampoco están indicados los antibióticos. Es aconsejable que el niño se quede en casa durante unos días para que no contagie a los compañeros de guardería y de colegio, pero también para evitar posibles complicaciones (otitis, neumonías). Es normal que: Se encuentre decaído sobre todo si tiene fiebre. Presente varios catarros durante el invierno sobre todo el primer año que acude a la Guardería o al Colegio. Se debe acudir a urgencias o al pediatra: Si la fiebre no le cede con el antitérmico o le dura más de 3-4 días. Si se asocia dificultad respiratoria. Si le supura el oído.
RUBEOLA:
Es una enfermedad infecciosa producida por un virus. El virus que la produce se propaga a través del aire por medio de las gotitas de las secreciones nasales que las personas que padecen la enfermedad expulsan al hablar, toser o estornudar. Cuando una mujer embarazada contrae la rubéola y la trasmite al futuro hijo, éste nace con una grave enfermedad llamada "síndrome de rubéola congénita", que podemos prevenir mediante un programa de vacunación. La persona que ha padecido rubéola queda inmunizada (protegida) para toda la vida. La erupción de la rubéola son manchitas de color rosado o rojo pálido de diferente tamaño que no tienden a unirse y que aparecen primero en cara y detrás de las orejas y que después se extienden por todo el cuerpo, aunque no suelen afectar las extremidades. Es característico de esta enfermedad el aumento de los ganglios situados en la región occipital, detrás de las orejas y la nuca. La fiebre es poco elevada y se afecta poco el estado general del niño. El diagnóstico de rubéola resulta difícil incluso hasta para el pediatra, lo cual carece de importancia a excepción de que el bebé o el niño con sospecha de rubéola hayan estado en contacto con una mujer embarazada. En estas situaciones debemos remitir a la mujer embarazada a su médico obstetra para que le indique las recomendaciones oportunas. Al ser producida por un virus, no necesita ser tratada con antibióticos. Si la temperatura fuera superior a 38 ºC se le puede administrar un preparado de paracetamol. Es recomendable prevenir a las mujeres que pueden estar embarazadas, que eviten el contacto con el niño enfermo.
S:
SARAMPIÓN:
Es una enfermedad infecciosa producida por un virus (mixovirus). Desde que se vacuna contra el sarampión a la edad de 15 meses, esta enfermedad ha disminuido de forma muy notable. El virus se trasmite a través del aire por medio de las gotitas de las secreciones nasales que las personas que padecen la enfermedad expulsan al hablar, toser o estornudar y también a través de la conjuntiva ocular. El sarampión es contagioso desde que se inician los síntomas catarrales hasta cinco días después de que hayan desaparecido las lesiones cutáneas. La persona que ha padecido sarampión queda inmunizada (protegida) para toda la vida. El comienzo se caracteriza por fiebre alta, malestar general, síntomas catarrales inespecíficos: catarro nasal, estornudos, tos, secreciones conjuntivales, tos perruna, párpados inflamados y fotofobia (les molesta la luz). Uno o dos días antes de aparecer las lesiones cutáneas pueden observarse las manchas de Koplick (pequeños puntos blancos en el interior de las mejillas). El exantema del sarampión se caracteriza por manchitas de color rojo, planas y redondeadas que aparecen inicialmente detrás de las orejas y que se extiende por el tronco, brazos, muslos, manos, piernas y pies. Las características del exantema y sobre todo del periodo catarral previo y de las manchas de Koplick facilitan el diagnóstico de la enfermedad. Insistimos que en nuestro país debido a la vacunación masiva de la población infantil, el sarampión es una enfermedad que prácticamente ha desaparecido. La vacuna es la mejor prevención contra esta infección, y se administra a la edad de 15 meses formando parte de la triple vírica. Para atenuar la fiebre, se puede prescribir ibuprofeno o paracetamol.
SÍNDROME DE DOWN:
Es una anomalía genética debida a una alteración cromosómica. Como consecuencia de dicha anomalía se produce un conjunto de manifestaciones clínicas que confiere a las personas con síndrome de Down un aspecto característico. Se produce en el 95% de los casos se debe a un cromosoma extra (el par 21 en lugar de tener 2 cromosomas tiene 3, de ahí la denominación de trisomía 21). El riesgo de trisomía aumenta con la edad de la madre, y se incrementa notablemente a partir de los 35 años.
En un pequeño porcentaje de casos el síndrome de Down es consecuencia de otra alteración cromosómica pero de tipo estructural (traslocación) que es independiente de la edad materna. Desde el punto de vista físico presentan un conjunto de anomalías muy peculiares que son particularmente evidentes en la cara (ojos sesgados, nariz corta, lengua grande y prominente y rostro ancho y chato), cabeza pequeña, cuello corto, manos pequeñas y dedos cortos. Con frecuencia presentan malformaciones congénitas asociadas (cardiacas y/o digestivas). Además todas las personas con síndrome de Down tienen, en mayor o menor intensidad, deficiencia mental. La confirmación del diagnóstico se realiza con el cariotipo que permite visualizar la alteración cromosómica responsable (trisomía 21 o traslocación). El diagnóstico prenatal es posible y puede realizarse por métodos invasivos (amniocentesis) y no invasivos (ultrasonografía y el triple screening que se realiza en suero de la madre). Las anomalías cromosómicas en la actualidad no tienen tratamiento, pero los niños con síndrome de Down, como todos los niños, tienen derecho a gozar de la mejor salud posible. El gran progreso que se ha producido en la salud de las personas con síndrome de Down durante los últimos años ha permitido avanzar de forma paralela en el campo de la educación
SINUSITIS:
Es la inflamación de los senos paranasales, de los que existen cuatro tipos: los maxilares, los etmoidales, los frontales y los esfenodiales. Los dos primeros son radiológicamente visibles a partir del primer - segundo año de vida mientras que los dos últimos sólo se ven después de los seis años. Por ello las sinusitis son más frecuentes a partir de los 3 años de edad. Son producidas por infecciones agudas o crónicas, generalmente secundarias a complicaciones de infecciones de vías respiratorias altas provocadas e iniciadas por agentes virales o bacterianos. En ocasiones son consecuencia de una rinitis alérgica. Los síntomas habitualmente tras un cuadro catarral de vías altas, el niño comienza con dolor de cabeza localizado en la frente o a ambos lados de la nariz, secreción nasal verdosa-amarillenta y malestar general. Las secreciones pueden pasar a la garganta y causar una tos molesta, sobre todo durante la noche. El pediatra orientará el diagnóstico por los síntomas clínicos y la exploración: dolor a la presión en los senos maxilares (debajo de los ojos) y frontales (encima de las cejas), y lo confirmará mediante una radiografía de los senos paranasales. El tratamiento de la sinusitis de causa infecciosa consiste en la administración de antibióticos, descongestionantes nasales y antitérmicos o analgésicos en caso de fiebre o cefalea. Se debe acudir a emergencias si: persiste la fiebre a las 24-36 horas de iniciado el tratamiento antibiótico. El dolor de cabeza es muy intenso y no cede con los analgésicos.
SOPLO CARDÍACO (INOCENTE):
Es un ruido anómalo que se escucha al auscultar el corazón. El ruido que se produce se parece al de un soplido, de ahí su nombre. A pesar de que no es una experiencia agradable escuchar que a nuestro bebé o a nuestro hijo le han encontrado un soplo, debemos conocer que entre un 30-40% de los niños tienen un soplo y la mayoría son de naturaleza benigna. Los soplos inocentes son de naturaleza benigna y no existe alteración anatómica ni fisiológica. Se cree que son debidos a turbulencias del flujo de la sangre dentro del corazón y al ruido que se produce al contraerse la masa muscular. El niño no tiene ningún problema funcional por lo que tampoco presenta ningún síntoma especial. Se descubre al auscultar al niño en un examen de rutina realizado en un control de salud o con motivo de una enfermedad aguda. No requiere tratamiento porque el niño no está enfermo. Puede y debe hacer una vida normal.
T:
TOXOPLASMOSIS:
Es una enfermedad infecciosa producida por un el Toxoplasma gondii un parásito que se encuentra en muchas especies animales, siendo el gato el animal clave en el ciclo del parásito. La infección se produce por ingerir carne poco cocinada que contenga quistes, a través de las heces de los gatos o por el consumo de determinados alimentos como embutidos o verduras mal lavadas. La enfermedad en sí no entraña ningún riesgo, pero si la contrae una mujer embarazada puede tener efectos muy negativos en el feto. De hecho, si el contagio se produce durante el primer trimestre, la mayoría de las veces es causa de aborto. Si la toxoplasmosis es adquirida, los síntomas son muy poco llamativos, parecidos a los de un cuadro gripal. Sin embargo si se trata de una toxoplasmosis congénita, es decir, si el bebé se contagia en el útero a través de su madre, puede presentar manifestaciones neurológicas, oculares, etc. El diagnóstico se realiza mediante un análisis de sangre para determinar títulos de anticuerpos antitoxoplasma que debe efectuarse también en la madre durante el embarazo. Para prevenir las embarazadas deben de comer sólo carne bien cocinada y evitar el contacto con gatos y con los lugares donde estos animales defecan. Además el médico obstetra en el control de la embarazada realiza el título de anticuerpos antitoxoplasma para saber si está protegida o padece la infección toxoplásmica en cuyo caso indicará el tratamiento adecuado. Como hemos comentado, las embarazadas que han contraído la infección recibirán la administración de determinados antibióticos. De igual manera, los niños que nacen con la enfermedad, deben ser tratados con la pauta terapéutica indicada por el pediatra.
TUBERCULOSIS:
Es una infección causada por el bacilo de Koch. Constituye un grave problema de salud pública en los países en vías de desarrollo y en las poblaciones marginadas económica y socialmente de los países industrializados. El número de casos ha aumentado considerablemente durante los últimos años, incluso entre la población infantil. La infección en los niños se produce tras la inhalación de gotitas respiratorias contaminadas (tos, estornudos) procedentes de personas con secreciones respiratorias infectadas con el bacilo generalmente pertenecientes a su entorno familiar. Las bacterias que causan esta enfermedad pueden vivir en forma inactiva en el organismo pero puede activarse un tiempo después de que se haya producido el contagio. La infección tuberculosa no suele presentar síntomas, mientras que la enfermedad tuberculosa cursa fundamentalmente con fiebre no muy elevada y tos. Otros síntomas más raros son la falta de apetito, la pérdida de peso y el dolor de pecho. La forma pulmonar es la más frecuente. La meningitis tuberculosa, afortunadamente no habitual, es grave. La historia clínica y el antecedente de un adulto de su entorno familiar enfermo de tuberculosis, nos llevarán a realizar una radiografía de tórax y una prueba de la tuberculina. La confirmación diagnóstica se basa en el cultivo del bacilo de Kock del esputo. Para el tratamiento de la tuberculosis existen unos protocolos terapéuticos que combinan la dosis y la duración de los distintos antibióticos en función del estadío de la enfermedad tuberculosa.
V:
VARICELA:
Es una enfermedad infecciosa aguda causada por un virus, propia de la infancia, altamente contagiosa y de evolución habitualmente benigna. Está causada por un virus, el varicela zoster, que penetra por la piel o las vías respiratorias. Luego el virus persiste de forma latente en el organismo y puede manifestarse años más tarde con un cuadro de herpes zoster. Es muy contagiosa. Se transmite por vía respiratoria, contacto directo y vía transplacentaria, por eso es tan importante que las embarazadas que no hayan pasado la varicela no estén en contacto con un enfermo. El periodo de contagio va desde unos días antes de que aparezcan los primeros "granos" (por eso es tan difícil de evitar) hasta que las vesículas se convierten en costras. Los niños tienen que dejar de ir a la escuela mientras que las lesiones no se encuentren en fase de costra. En ocasiones, pero no siempre, antes de que aparezca la erupción el niño se encuentra cansado, le duele la cabeza o tiene algo de fiebre. La erupción de la varicela es muy característica. Habitualmente comienza en el cuero cabelludo y en el tórax pero se generaliza y se concentra sobre todo en la espalda. Comienza por una mancha roja, como si fuera una picadura, que en seguida se transforma en vesícula que contiene un líquido transparente y posteriormente, se seca y deja unas costras, todo ello habitualmente en 1-2 días. Este proceso dura habitualmente 1-2 días. Es muy típico que durante la varicela se vean muchas de estas lesiones en etapas diferentes, lo que se denomina imagen en "cielo estrellado". La erupción de la varicela se acompaña de picor intenso y fiebre de intensidad variable. Las características del exantema facilitan su diagnóstico clínico. En la actualidad, existe una vacuna que actualmente está indicada en situaciones especiales y a nivel hospitalario. Se administra a niños con problemas de inmunodeficiencias o con enfermedades graves. Es normal que: El niño se encuentre cansado. Se queje de picor intenso. Tenga fiebre durante los primeros días. Se debe acudir a urgencias o contactar al pediatra si: La fiebre persiste. El niño tiene dolores de cabeza muy fuertes o inestabilidad al andar. Presenta tos, problemas al respirar. Presenta vómitos, está decaído, somnoliento.
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